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Todo el mundo sabe que fumar y abusar del alcohol son dos factores de riesgo que disparan las probabilidades de sufrir ciertas enfermedades, incluido el cáncer. Lo que no es tan conocido es que algunos hábitos de nuestro día a día, si se suman unos a otros, también aumentan ese riesgo. Cierto es que hay cosas que no podemos cambiar, como por ejemplo nuestra herencia genética. Pero con el paso de los años, los investigadores se han encargado de identificar hábitos y productos que actúan como factores de riesgo de cáncer. Toma nota del listado completo y reducirás tu riesgo.
Los españoles estamos al menos cuatro horas diarias delante de la televisión. A eso hay que sumarle las horas que pasamos ante un ordenador y cualquier otra pantalla. Entre otros, un estudio publicado en junio de 2018 en American Journal of Epidemiology indica que el exceso de silla o sofá no solo aumenta el riesgo de cáncer, sino de muerte por cualquier causa. Sea cual sea el tiempo que pasas sentada, no lo dudes: levántate más a menudo.
La grasa, sobre todo la acumulada en la zona de la cintura y el abdomen, aumenta el riesgo de cánceres de mama, hígado, estómago, páncreas, riñón y otros. Hay montones de investigaciones que lo demuestran, entre ellas un estudio realizado con mujeres publicado este mismo año en Scientific Reports. Por suerte, si la pierdes, reduces ese riesgo.
Inhalar el humo de alguien que fuma aumenta tu riesgo de cáncer, como indica el informe titulado Las consecuencias del Tabaquismo en la Salud, de los Servicios de Salud de los EE.UU. Solo estar en casa de un fumador ya aumenta tu riesgo, porque las sustancias químicas presentes en el humo del tabaco se “pegan” a muebles, alfombras y otros tejidos. Conclusión: no existe un nivel seguro de exposición.
Tener alterados los ritmos circadianos puede ser factor de riesgo, según una revisión de estudios publicada en 2019 en Cancer Epidemiology Biomarkers & Prevention, en la que se analizaron datos de casi cuatro millones de pacientes. Se sabe que quienes trabajan por turnos o en horarios nocturnos tienen mayor riesgo de padecer trastornos del sueño. Si no puedes cambiar tu jornada laboral, al menos procura irte a dormir y levantarte siempre a las mismas horas.
Una relación sexual sin protección aumenta las probabilidades de contraer enfermedades de transmisión sexual, como la clamidia o el VPH, relacionadas con un mayor riesgo de cáncer. Lo señalaba una investigación publicada en el New England Journal of Medicine.
Siguen presentes en galletas, pastelería industrial, aperitivos, pizzas y otras comidas ultraprocesadas… y no deberían estarlo porque, además del riesgo cardiovascular, aumentan el de los cánceres de mama, colon y próstata. Un estudio europeo de la Universidad del Sur de París realizado con 25.000 mujeres comprobó que las que tenían los niveles más altos de grasas trans poseían también el doble de riesgo de sufrir cáncer de mama que las que tenían las tasas más bajas. El consejo de los expertos es leer siempre la lista de ingredientes de los alimentos que compras. Si dicen que llevan aceites o grasas parcialmente hidrogenadas, no los compres.
Está comprobado que el consumo habitual de carnes rojas y procesadas (salchichas, bacon, fiambres y otros embutidos) aumenta el riesgo de sufrir cáncer de colon/recto y de páncreas, entre otros. Hace poco, un estudio del Centro español de Investigación Biomédica en Red y Salud Pública relacionaba el consumo de estos alimentos con un mayor riesgo de cáncer de mama. Una explicación posible es que los nitratos y nitritos presentes en dichas carnes se convierten en nitrosaminas (unas sustancias cancerígenas) cuando se calientan y que, además, pueden acumularse en el organismo. ¿El consejo? Evita las carnes rojas y procesadas en tu dieta habitual.
Además de que contienen nitratos y nitritos, las carnes rojas y procesadas asadas en grills o barbacoas forman sustancias cancerígenas, como los HCAs y los PAHs (siglas en inglés de aminas heterocíclicas e hidrocarburnos policíclicos aromáticos). Una investigación publicada en PubMed corrobora que ambas sustancias son mutagénicas, lo que significa que pueden alterar tu ADN y aumentar el riesgo de cáncer, más aún cuando están requemadas. Come barbacoa solo de vez en cuando, no ases los alimentos directamente sobre las llamas y desecha siempre las partes quemadas o negras.
Empiezas el día con un café calentito... sin pensar que cualquier líquido tomado a más de 60 ºC aumenta el riesgo de cáncer de esófago. Lo corrobora un estudio publicado en el International Journal of Cancer. Conviene recordarlo, porque la irritación repetida de cualquier superficie del cuerpo incrementa las probabilidades de que se desarrolle un cáncer en esa zona. Para evitarlo, deja que las bebidas calientes se enfríen un poco antes de tomarlas.
No calientes nunca tu comida en plástico, porque es muy probable que el recipiente sea de estireno, y la propia OMS relaciona la exposición a ese material (sobre todo cuando se recalienta) con un mayor riesgo de sufrir leucemia, linfoma, cánceres de páncreas y esófago, además de infertilidad, trastornos de la memoria, de la visión y el oído. ¿El consejo? Transfiere la comida a un recipiente de porcelana o de cristal antes de calentarlo en el microondas.
Las tintorerías utilizan percloroetileno (PERC), una sustancia que la OMS identificó como “posiblemente cancerígena”. Un estudio publicado en el Journal of Environmental and Public Health corrobora sus efectos. Cuanto mayor es la exposición, mayor es el riesgo. Por eso, se han desarrollado alternativas, como la limpieza húmeda y métodos para monitorizar los niveles de PERC en las tintorerías.
Algunos esmaltes de uñas contienen sustancias químicas (como el fosfato de trifenilo, el tolueno o el dibutil ftalato) que, como han comprobado investigadores de la Universidad Duke (EE.UU.), actúan como disruptores endocrinos y aumentan el riesgo de cáncer. El riesgo se incrementa con la intensidad de la exposición, por ello acude a establecimientos de manicura bien ventilados y en los que utilicen guantes y mascarillas protectoras. No solo reducirás tus riesgos, sino también los del personal de esos locales. Por suerte, cada vez aparecen más marcas de esmaltes libres de tóxicos. Los hay que eliminan hasta siete de esas sustancias (7 free). Lee bien las etiquetas o consulta la página (en inglés) Skin Deep Database.
Un estudio liderado por la Universidad de Granada indica que el 90% de los tickets fabricados con papel térmico y en los que la tinta se va borrando con el tiempo contienen bisfenol A (BPA), un disruptor endocrino potencialmente cancerígeno. La recomendación es no mezclar estos tickets con la comida, no arrugarlos ni utilizarlos para escribir notas y manipularlos lo mínimo posible.
La OMS estima que hasta el 14% de los casos de cáncer de pulmón se deben a la exposición a radón. Este gas radiactivo está presente de forma natural en el aire, la tierra y el agua. El problema es que tiende a acumularse en el interior de las casas, sobre todo en edificios construidos en terrenos graníticos. Edificios en zonas de Galicia, el norte de la Comunidad de Madrid y el noroeste de Castilla León y Extremadura suelen dar niveles altos en este gas. Si vives en ellas (sobre todo en la planta baja o la primera planta), ventila la casa a diario, sella los suelos e instala sistemas de ventilación y extracción de radón. Y si buscas más información, entra en www.csn.es/mapa-del-potencial-de-radon-en-espana.
Si la jardinería o la horticultura es tu hobby es probable que te hayas expuesto al glifosato, uno de los herbicidas más utilizados. Esta sustancia tiene efectos cancerígenos en personas y animales, como señala un metaanálisis de estudios publicado en el Agricultural Health Study. Como alternativa, puedes utilizar métodos no químicos para controlar las malas hierbas (como los basados en vinagres o sembrando plantas competidoras) o bien eliminarlas arrancándolas de raíz.
Ya en 2013, la Agencia para la Investigación sobre el Cáncer clasificó la c ontaminación atmosférica como “agente causante de cáncer”. Las partículas en suspensión aumentan el riesgo de tumores malignos de pulmón y vejiga. Obviamente, no puedes dejar de respirar, pero sí pedir que se apueste por las energías limpias y que se vigile la contaminación.
Aunque fue prohibido en 2002, sigue presente en tejados de uralita, paredes, conducciones de agua y de gas... sobre todo, en edificios construidos entre 1960 y 1985. Inhalar ese material puede provocar mesotelioma, una forma muy agresiva de cáncer, además de tumores de pulmón, laringe y ovario. Lo corroboran diferentes estudios, incluido uno de la Universidad de Suecia publicado en el Journal of Occupational and Environmental Health. Por eso es tan importante eliminarlo. Hay empresas especializadas, inscritas en el Registro de Empresas con Riesgo de Amianto.
El 10% de todos los cánceres se relacionan con la exposición a radiación, incluida la ultravioleta del sol. Incluso la no ionizante que emiten los teléfonos móviles y las estaciones eléctricas ha sido clasificada como “posible carcinógeno” por la OMS. Para minimizar riesgos, los expertos aconsejan limitar la exposición, incluyendo la de pruebas médicas (radiografías, exploraciones con TAC o PET) si no son estrictamente necesarias.
Un estudio publicado en la revista Environmental Health y basado en otro de la Universidad de Harvard (EE.UU.) indica que las azafatas tienen hasta cinco veces más riesgo de desarrollar tumores de mama y que el resto del personal de cabina también tiene mayores probabilidades que la media de sufrir cánceres de tiroides, colon, hígado y estómago. Otros estudios europeos indican que los viajeros asiduos de avión poseen un riesgo cuatro veces mayor de cánceres de piel diferentes al melanoma. Eso ocurre porque, cuando vuelas, recibes una dosis de radiación ionizante (capaz de dañar el ADN y causar cáncer) más alta de lo habitual por efecto de la radiación cósmica, que pierde intensidad a medida que se acerca a la superficie terrestre (se desintegra en partículas más débiles al atravesar la atmósfera). Este riesgo se diluye si no viajas a menudo en avión.