Generalmente, las heridas que nos hacemos en la vida tienen poca gravedad. /
"¡Un médico urgente, que venga corriendo que se desangra!", gritaba una joven enfermera por los pasillos de la urgencia de cirugía. Al acudir pude encontrarla comprimiendo la pierna de un paciente de mediana edad, con una compresa empapada y un gran charco de sangre. El paciente había sufrido accidentalmente un corte sobre una gran variz, que es una dilatación de una vena de la zona anterior de la pierna y, si se dejaba de presionar sobre la zona, sangraba a borbotones. Rápidamente y con cuidado, levanté la pierna del paciente y ante la sorpresa de paciente y enfermera la herida cesó de sangrar de manera inmediata. Al levantar la extremidad sobre la zona del corazón y al ser un sangrado procedente de una vena, este cesó inmediatamente de manera milagrosa y permitió curar la herida con las medidas adecuadas.
Generalmente, las heridas o cortes que nos hacemos en la vida cotidiana son menos espectaculares, de ellos vamos a tratar en este artículo. ¿Qué hacer cuándo se producen?, ¿cuándo tenemos que ir a urgencias?, ¿cuándo están cicatrizando mal y debemos consultar con personal sanitario?, etc.
Las causas de este tipo de cortes pueden ser múltiples, desde pisar un cristal, cortarnos con un cuchillo de cocina cortando jamón o verduras, una caída accidental que nos produzca un corte, etc. Los dos primeros síntomas que notaremos serán dolor y sangrado de la zona de la herida. Lo primero que tendremos que hacer es comprimir sobre la zona sangrante, 5 minutos o más, con una compresa estéril. Si no disponemos de este tipo de material podemos hacerlo con un paño limpio, tratando de evitar materiales como el algodón u otros que dejen hilos o restos que puedan favorecer la infección.
Una vez cese el sangrado, procederemos a lavar la herida, con suero si disponemos de él o con agua para limpiar la suciedad. Esto nos permitirá inspeccionarla y además podremos aplicarla sustancias antisépticas para reducir el riesgo de infección como la clorhexidina o la povidona yodada. Hemos de evitar el alcohol o productos como la mercromina, que hoy en día ya no se utilizan, con estos fines.
Al observar la herida, deberemos ver su tamaño y profundidad, si tiene material en su interior, si se ven tejidos profundos como grasa, músculo o hueso. Debemos comprobar si los bordes se mantienen unidos con facilidad y también la zona donde se encuentra, si tiene tensión sobre estos, como en una articulación por ejemplo.
En caso de heridas mayores de 1,5 cm o más de 6-7 mm de profundidad, si se ve músculo o un hueso o vemos que, por la localización, los bordes no quedan unidos adecuadamente, será mejor que la herida sea valorada por personal sanitario. Si observamos material en su interior, como un cristal por ejemplo, será mejor no extraerlo, ya que puede estar taponando un sangrado. En caso de una herida en cara o párpado, deberá ser valorada, ya que puede dejar una cicatriz antiestética. Para tratar las heridas de pequeño tamaño y también durante el camino a urgencias, los bordes se pueden aproximar con tiritas u otro producto similares. Pasados unos días las heridas pueden estar al aire.
En caso de que la herida se deba a la mordedura o arañazo de un animal, hay que extremar las precauciones, ya que el riesgo de infección es mayor, generalmente será mejor que sea valorada en un centro médico.
Una vez tratada la herida, puede que no cicatrice bien, que duela o esté enrojecida o que salga material purulento de su interior, o bien que sangre de nuevo. En estos casos, lo mejor es contactar con personal sanitario ya que puede haber una infección u otro tipo de problema que requiera tratamiento.