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Siete de cada diez españoles declara estar cansado o muy cansado, según el último Barómetro del cansancio elaborado por Alpha Research, y el 51% de ellos considera que el responsable de su agotamiento es la mala calidad de su sueño nocturno cuando no sufren, directamente, insomnio. Si dormimos mal durante el día, y ya nos hemos tomado todo el café que admite nuestro organismo, ¿existe mejor manera de combatir el agotamiento de después de comer que dormirse una siesta?
Esta debe haber sido la reflexión que han hecho fuera de nuestras fronteras, quizá, porque allí, como aquí, todo el mundo está cansado. En Estados Unidos, por ejemplo, el 60% de los trabajadoresafirman que muy a menudo se sienten agotados durante su jornada laboral y el 22% ya ha descubierto el placer de echar una cabezadita después de comer.
Los más agotados (y menos trendies) duermen la siesta en el coche. Los más afortunados (un escaso 16%) la echan en un lugar en su empresa destinado a cerrar los ojos durante 20 minutos al día. Y la elite de la elite de Nueva York puede reservar en The Dreamery o ReCOVER para disfrutar de 30 minutos de descanso. Un modelo de hotel siestero al que también se apuntan en Londres con sus Pop & Rest.
Ahora bien, ¿merece la pena pagar por 20 minutos de descanso? Por mucho que juren los ejecutivos londinenses y americanos que tras media hora con los ojos cerrados su mente va a todo trapo y su productividad crece, ¿qué beneficios reales tiene echarse una siesta para nuestro cerebro?
“ Malo no es, pero tampoco obligatorio. Las personas tenemos un ritmo circadiano diurno y estamos hechos para dormir durante la noche. También es cierto que después de comer hay un repunte en el ritmo circadiano y nos podemos dormir con más facilidad. Pero una persona va a funcionar igual de bien tanto si se duerme la siesta como si no”, explica el dr. Carles Gaig, Coordinador del Grupo de Estudio de Sueño de la Sociedad Española de Neurología.
Además, hay que recordar que la siesta es buena para el cerebro sólo si se hace a la americana (que ahí sí han acertado) y dormimos de 20 a 30 minutos. “Si dura una o dos horas lo que está indicando esa siesta es que no hemos dormido lo que necesitamos durante la noche y ese puede ser un síntoma de que algo está pasando, como por ejemplo que sufrimos una apnea del sueño”, asegura el experto.
Por lo tanto, recuerda, puede ser que los anglosajones hayan descubierto ahora lo agradable que es dormir la siesta, pero hay que desengañarlos en un punto: la siesta, no es salud (por muy bien que nos siente). El sueño saludable es el nocturno, y en ese casi todos fallamos.
“La siesta no aporta nada. Lo que es bueno para el cerebro es dormir por la noche las horas que tocan. Porque lo que sí se ha demostrado es que dormir poco por la noche tiene consecuencias negativas en el funcionamiento mental y cognitivo al día siguiente en cuanto a atención, concentración, memoria y vigilancia. Y también hay efectos a largo plazo: la gente que duerme poco tiene un riesgo mucho mayor de enfermedades cardiovasculares, de cáncer, de depresión e incluso de enfermedades degenerativas, como el Alzheimer. Es ahí donde hay que dar un mensaje importante sobre el sueño y la salud. La siesta no es tan relevante y no hay una evidencia científica consolidada para decir que sea algo indispensable, pero dormir bien por la noche, sí lo es”, concluye el dr. Carles Gaig.