8 alimentos con poder anticáncer
Ya tenemos claro que comer carne chamuscada o consumir alcohol aumenta el riesgo de padecer cáncer de mama, ¿pero sabes qué otros alimentos te pueden ayudar a prevenirlo?
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Si tu sistema para “escapar” del cáncer de mama consiste, únicamente, en comer bien... no te va a servir de mucho. La prevención del cáncer pasa por muchas más cosas como llevar un estilo de vida saludable en general, lo que incluye medidas como no fumar, llevar una vida activa, mantener un peso saludable que evite la grasa en la zona abdominal... Dicho esto, existe una serie de elementos relacionados con la dieta para los que diversos estudios sugieren que pueden tener un efecto protector.
Entre ellos destaca el papel de la dieta mediterránea (basada en el consumo abundante de frutas, hortaliza y verduras y pobre en alimentos ultraprocesados). Según los resultados del estudio epidemiológico EpiGEICAM , la adherencia a este tipo de dieta en las mujeres españolas podría reducir el riesgo de desarrollar un tumor de mama hasta en un 30%. ¿Quieres saber qué alimentos son los imprescindibles en esta cesta de la compra anticáncer? Aprovechamos la enumeración que hace la Dr. Kristi Funk en su libro Pechos. Aprende a conocerlos (Ed. Urano).
¿Sabes qué tienen en común las judías, los guisantes, las lentejas y los cereales integrales?: la fibra alimentaria. Si consumes más de 30 g de fibra diarios reduces a la mitad el riesgo de sufrir cáncer de mama. Incluso tomando solo 20 g consigues una reducción de un 15% del riesgo de cáncer. La fibra funciona en el organismo uniendo el estrógeno sobrante (esta hormona se esconde tras el 80% de los cánceres de mama) a las toxinas que liminas en el tracto intestinal y, de paso, mejora la sensibilidad a la insulina.
Dentro del mundo de los hongos, el humilde champiñón es el que posee mayor capacidad para bloquear a los estrógenos al tiempo que es capaz de inhibir la aromatasa, una enzima que normalmente convierte a los precursores del estrógeno en su forma activa generadora de cáncer. Un estudio elaborado con mujeres chinas comprobó que bastaba con comer 10 g al día para reducir un 64% los índices de cáncer de este grupo si se le comparaba con mujeres de la misma edad que no comían champiñones.
Los compuestos antioxidantes que poseen (ácido elágico, antocianidinas y proantocianidinas) interfieren en las señales de las células cancerosas, las animan a morir e inhiben la angiogénesis, que no es otra cosa que la formación de vasos sanguíneos nuevos que la célula tumoral necesita para crecer. No dudes en convertir a estas pequeñas bayas en tu tentempié saludable y, un dato, si las congelas y las usas trituradas en tus smothies conservan todas sus propiedades.
Lo tienen todo: aportan sabor a la comida al tiempo que ayudan a reducir la inflamación, evitan la formación de radicales libres y la proliferación de células cancerosas. Se han estudiado más de 180 fitonutrientes procedentes de especias por sus propiedades beneficiosas para la salud. En ese listado mágico se encuentra la pimienta de Jamaica, el curri, la nuez moscada y la cúrcuma. Pero sin necesidad de ponerte exótica no te olvides de clásicos como el laurel, el comino, la albahaca, el eneldo, el clavo o el pimentón. Este último, tan común en la comida mediterránea, posee propiedades antioxidantes que ayudan a regular el colesterol y los triglicéridos y contiene capsaicina, que tiene efectos anticancerígenos.
Brócoli, coliflor, todo tipo de coles y repollos, canónigos, acelgas y nabos te aportan una plétora de fitoquímicos protectores. Por ejemplo, todas estas verduras son ricas en índole-3-carbinol, un compuesto que ayuda a expulsar el exceso de estrógeno del organismo a través del tracto urinario. Un estudio realizado con 52.0000 mujeres de EE.UU. comprobó, después de doce años de analizar su dieta, que las que consumían más de seis raciones de crucíferas a la semana tenían un 41% menos de riesgo de sufrir cáncer de mama. Eso sí, para sacarles todo el partido, cocínalas poco (o consúmelas en crudo) y mastícalas a conciencia para descomponer a conciencia las paredes celulares.
Este trío (y sus familiares el cebollino y la cebolleta) no solo constituyen los pilares fundamentales de casi cualquier receta de la dieta mediterránea, sino que son los felices poseedores de un fitoquímico llamado alicina. Un estudio francés reveló que si consumimos de 11 a 12 raciones de esta familia de bulbos a la semana el tiesgo de cáncer se reduce un 75%.
Las personas que comen una manzana al día desarrollan un 24% menos de cáncer de mama que las que comen menos manzanas. Eso sí, cómpralas de cultivo ecológico, porque en la piel reside mucho de su poder anticáncer. Los extractos de la piel de la manzana detienen a las células cancerosas de una forma 10 veces más eficaz que la pulpa de esas mismas manzanas (en el laboratorio). Recuerda: una manzana al dia, mejor con piel y a mordiscos.
El licopeno que le da el color rojo a su piel es un poderoso antioxidante con propiedades antinflamatorias al tiempo que impide a las células cancerígenas que creen su propios vasos sanguíneos. Si los quieres consumir en ensalada o gazpacho, perfecto, pero si los cocinas, es aún mejor. Calentar el tomate 15 minutos aunmenta la biodisponibilidad del licopeno un 300%. Si además de protegerte del cáncer quieres darle una alegría a tu corazón elabora convierte al sofrito de tomate con aceite de oliva virgen extra, cebolla y ajo un básico de tu cocina y multiplicarás sus virtudes.