Seguramente hayas sido víctima, en alguna ocasión, de ataques de hambre que te llevan a asaltar el refrigerador. Detectar si es hambre emocional o hambre real puede llevarte a un proceso de auto escucha muy enriquecedor y liberador pero mientras tanto podemos darte unas pautas para evitar esos repentinos e incontrolables ataques de hambre.

Vídeo. Cómo controlar la ansiedad por la comida / unsplash

Aumenta el consumo de proteína

La proteína es altamente saciante por lo que tendrás la sensación de estar satisfecha durante mucho más tiempo. Apuesta por incluir en tus desayunos alimentos proteicos como huevos, jamón, nueces, queso, batidos de proteína… siempre acompañados de verdura, así tendrás menos ganas de picotear de cualquier manera a lo largo del día porque te sentirás muy saciada.

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Las proteínas tardan más en metabolizarse en la digestión y, además, cuando las digerimos se libera una sustancia llamada fenilalanina que hace que sintamos menos hambre. La proteína te va a ayudar a evitar los antojos, reducir la ingesta de calorías a lo largo del día y a aumentar la quema de calorías. Todo son ventajas así que pasa del café con leche y el croissant y opta por una tortilla de champiñones con espinacas por ejemplo, ¡todo es acostumbrarse! Comer más no significa comer menos sano y engordar necesariamente, las proteínas son el ejemplo perfecto.

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Bebe agua

En muchas ocasiones la sensación de sed se confunde con la de hambre dando lugar a ingesta de calorías innecesarias. Antes de liarte a comer a diestro y siniestro todo lo que encuentres para, respira y toma un gran vaso de agua, espera unos minutos y si sigues teniendo hambre come algo ligero. Te sorprenderás de las veces que esa sensación de hambre desaparece como por arte de magia solo con beber agua. También son de mucha ayuda las infusiones calientes para alejar esa sensación de hambre repentina que aparece con frecuencia a deshoras.

No compres comida con el estómago vacío

Seguro que te habrá pasado en más de una ocasión. Si vas a comprar con hambre vas a traer comida de más y no precisamente la más saludable posible. Haz la compra con el estómago lleno para, además de cuidar de tu economía, puedas ceñirte a una lista de la compra saludable y no sucumbir a la tentación del placer rápido que ofrecen los dulces y los alimentos ultraprocesados. ¡Si no los tienes en casa no te los puedes comer!

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Evita comprar dulces y pone en tu cesta de la compra grasas saludables, proteínas, carbohidratos de lenta absorción, vegetales y fibra que, además de ayudarte a sentirte más saciada, combaten la ansiedad por comer y apaciguan la sensación de hambre.

Apúntate al picoteo sano

No es necesario evitar el picoteo a toda costa, puedes optar por snack sanos que te ayuden a sentirte saciada sin necesidad de que sean las recompensas inmediatas que ofrecen los carbohidratos simples, el azúcar y la comida chatarra que, además de sumar calorías y kilos en tu haber, también traen consigo sentimientos de culpa, baja autoestima y suelen ser el preludio de nuevos atracones de comida insana.

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Elige snacks saludables que te sacien para poder aguantar bien hasta la siguiente comida. Por ejemplo, frutos secos, porridge, fruta, hummus, crudités, yogur natural con un puñado de arándanos…

Duerme bien

Dormir te puede parecer que no tiene ninguna relación con tus ganas de asaltar la despensa y comer pizza, bombones o patatas fritas a deshoras. Pues bien, te aseguramos que sí que tiene que ver, y no lo decimos solo nosotras, hay muchos estudios que así lo demuestran así que deberías tomarte este consejo muy en serio.

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Si no duermes bien se produce un desajuste hormonal que hace que al día siguiente te tienten más las grasas saturadas y los azúcares, así que para no caer presa de la comida basura intenta que tu sueño sea reparador. Para ello crea tu propio ritual antes de acostarte como por ejemplo darte un baño caliente, tomar una infusión relajarte o leer un libro. Practicar meditación también va a ayudarte a conciliar el sueño y a mantener la ansiedad a raya.

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