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Los artículos científicos siempre me han parecido apasionantes. Cuando era niño, mis abuelos me compraban la revista 'Scientific American', que no sé por qué vendían en casi cualquier quiosco. Por supuesto no entendía nada, pero me fascinaba saber que alguien investigaba sobre la célula, los agujeros negros o aparatos para la visión nocturna. Más tarde, por motivos profesionales, me ha tocado leer y escribir miles de ellos.
Hoy en día, debido a la pandemia producida por el COVID, circulan cientos de artículos científicos a través de las redes sociales, grupos de WhatsApp, etc. El problema es que no son textos de los que estamos acostumbrados a leer normalmente, no son capítulos de libros, ni tampoco son igual que los artículos de revistas o periódicos. Hay que ser prudentes al leerlos.
Tienen una organización y estructura propias. Normalmente comienzan por una introducción en la cual se detallan los aspectos que se quieren investigar. Luego hay una sección que se llama 'material y métodos' en la cual se detalla cómo se ha realizado el estudio científico. Posteriormente viene los resultados obtenidos en la investigación y la discusión, en la que los resultados se suelen comparar con artículos de investigaciones similares publicados previamente. Por último encontramos las conclusiones.
Las revistas científicas no son todas iguales. Hay algunas con más prestigio que otras. El nivel de una publicación se mide por una cosa que se llama el 'impacto'. Las revistas con más índice de impacto son revistas internacionales y los artículos suelen estar escritos en inglés, que hoy en día se acepta como idioma científico internacional. Dentro de las revistas con mayor índice destacan: Nature, Science, New England Journal of medicine, Lancet, etc. Lógicamente cuánto mejor es una publicación, más difícil es que publiquen un trabajo científico en ella, teniendo que ser de gran nivel, y más estrictas son las revisiones a las que se verá sometido.
Otra de las características de los artículos científicos es que cuando los enviamos a una revista, inmediatamente pasan un proceso de revisión. Una serie de personas, designadas por ella y expertos en el tema, revisan el trabajo antes de su publicación. Todas ellas pueden pedir explicaciones acerca de la metodología o los resultados a los autores, pedir que se revise y se vuelva a escribir parte del artículo antes de su publicación o incluso rechazarlo.
Aún con todos estos filtros, ha habido varios escándalos. Uno de los más sonoros ocurrió hace unos años. Un cirujano llamado Paolo Macchiarini, hoy en paradero desconocido y buscado por la Interpol, publicó en una de las revistas más prestigiosas que había trasplantado una tráquea artificial, lo cual hubiera supuesto un hito de la medicina ya que hubiera sido el primer órgano artificial implantado en la historia. Al final se descubrió que su investigación era falsa. Tan mayúsculo fue el escándalo que todo el comité de dirección del Instituto Karolinska de Estocolmo, donde trabajaba, tuvo que dimitir. Urban Lendahl, secretario general de la Asamblea del Nobel, renunció a su puesto por este motivo y también como secretario general del comité que otorga cada año el Nobel de Medicina. Tal fue el alcance de este bulo que hace pocos días, en un libro sobre innovación publicado por una prestigiosa entidad bancaria nacional e incluso en un libro de texto de Biología de tercero de la ESO he leído sobre el "exitoso trasplante traqueal realizado en Suecia", algo totalmente falso.
Otro problema que ha existido recientemente debido a la epidemia del COVID han sido las prisas por publicar, tanto de revistas como de autores, con la intención de buscar nuevos tratamientos o pruebas diagnósticas que ayudaran a controlar la pandemia. Esto ha implicado que, en ocasiones, se hayan saltado los pasos previos habituales de una publicación. Y posteriormente alguna de ellas se ha tenido que retirar, ha recibido muchas críticas o se ha demostrado como inexacta. Si no véase el caso de la Cloroquina, que ha pasado de ser defendida incluso por Donald Trump, como tratamiento del COVID, a ser prácticamente denostada.