La cocinera de Castamar es un drama de época en el que se juntan amores prohibidos, traiciones, palacios maravillosos, vestidos de époda y pelucas del siglo XVIII. Pero en la serie también hay un curioso protagonistas silencioso, la agorafobia que padece Clara Belmonte, la protagonista, un trastorno real, no ficticio, que afecta a más gente de la que imaginas y que es un signo relacionado con ataques de ansiedad.
Clara no puede cruzar las puertas de su cocina para salir al exterior porque en espacios abiertos empieza a sentirse mal: se desorienta, tiene sudores fríos, le falta el aire, no puede articular palabra y acaba desmayándose. Todos ellos síntomas de un problema de ansiedad muy real que en actictudes contemporáneas lleva a las personas a encerrarse en casa y no atreverse a hacer vida en el exterior. Pero, ¿ qué es la agorafobia en realidad? Se trata de un trastorno que se define por un miedo irracional a los espacios abiertos producido por la sensación de encontrar salid y que provoca una enorme angustia en quien la padece.
La actriz Michelle Jenner, que acaba de hacer un cambio de look radical , da vida a Clara y confirma que “lo más difícil del personaje fue transmitir su sensación de agorafobia”. Su única manera de combatirla es trabajar en la cocina del palacio de Castamar. Lo siguiente es combatir sus miedos. El drama está servido y tiene enganchadas a millones de españoles y es, ocupa, cada fin de semana, los priemro puestos de lo más visto en Netflix.
La agorafobia define en buena parte la naturaleza de la personalidad y actos de Clara. Se trata de un trastorno de ansiedad que afecta a entre el 1 y el 3% de la población española e implica un miedo extremo e irracional a los espacios abierto, a no poder escapar de una situación difícil. Es un cuadro casi extremo y hace que las personas eviten escenarios en los que puedan sentir pánico y atrapadas, indefensas o avergonzadas.
Como le ocurre a Clara, ese miedo a menudo conduce a conductas de escape. Intenta mantenerse alejada de muchos lugares y situaciones en las que teme que pueda dispararse el pánico. Unos ejemplos actuales: conducir un coche, abandonar la comodidad del hogar, ir de compras a un centro comercial, viajar en avión o simplemente estar en un espacio lleno de gente. Buscas lugares que te puedan ofrecer una salida sencilla o directamente los evitas.
Debido a todos estos comportamientos de evitación, los psicólogos señalan cómo una persona con agorafobia puede volverse temerosa, aislada, solitaria e introspectiva. Tienden a “fabricarse” un mundo que la proteja y meterse en él. Una especie de burbuja. Porque, efectivamente, la agorafobia puede afectar seriamente a la vida personal y profesional de una persona.
Por ejemplo, a Clara le impide relacionarse naturalmente con las personas que habitan un entorno determinado. Y en estos tiempos, puede ocurrir por ejemplo que una persona con agorafobia tenga que viajar por trabajo o para visitar a familiares y sea incapaz de hacerlo. Incluso las tareas pequeñas, como ir a la tienda, pueden volverse extremadamente difíciles. El miedo y la evitación pueden volverse tan severos que la persona con agorafobia se recluya en su propia casa.
Los síntomas de la agorafobia son fácilmente reconocibles por la singularidad del trastorno. No solo tienes miedo a salir de casa y del entorno que conoces bien, el que te da seguridad, sino que vas desarrollando otras aversiones: miedo a los espacios abiertos, los puentes, los centros comerciales, los edificios cerrados, quedarte sola en reuniones sociales, perder el control en un lugar público, pánico a estar en un sitio del que creas que no va a poder salir… Miedo, miedo, miedo, siempre miedo.
Y como singularidad puede ocurrir que los ataques de pánico a menudo precedan al propio inicio de la agorafobia. Cuando Clara se ve obligada a soportar una situación temida, puede experimentar con solo pensarlo un ataque de pánico que causa síntomas diversos: dolor en el pecho, escalofríos, mareos, asfixia, náuseas, taquicardias, temblores, dificultad para respirar...
Es fundamental conocer historia, naturaleza, duración y gravedad de los síntomas de la persona con el trastorno. Pero lo que siempre caracteriza a alguien con agorafobia es tener miedo como mínimo a dos situaciones diferentes (como espacios abiertos, áreas concurridas o transporte público), ofrecer una respuesta de ansiedad cuando se sitúa ante esas situaciones, temer desproporcionadamente a la amenaza que ello supone, exhibir conductas de evitación o angustia que interrumpen tus rutinas normales en el trabajo o las relaciones y experimentar esos síntomas durante al menos seis meses.
A partir de ahí ya se puede establecer una terapia. La agorafobia puede empeorar si no se trata y es importante actuar con rapidez. Las opciones de tratamiento generalmente incluyen una combinación de medicamentos y psicoterapia. Es vital comenzar a enfrentarse gradualmente a situaciones evitadas con el apoyo y la guía de un terapeuta. Y también ayuda introducir cambios en el estilo de vida: aprender a respirar, llevar una vida sana que incluya alimentación y ejercicio, evitar el alcohol, limitar la cafeína, establecer un entorno sano de relaciones sociales…
20 de enero-18 de febrero
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