Algunos lo conocen como tristeza invernal, pero también se presenta, e incluso con más asiduidad, en otoño o primavera. Es decir, cuando son más notorios los cambios de luz. La depresión estacional mantiene síntomas asociados con la depresión «normal», pero con otros detonantes e intensidades. Nadie está a salvo de este tipo de episodios e incluso el verano puede causar depresión. La clave es detectarlo y estar alerta. Y el cambio de luz es un claro detonante.
La depresión estacional es un tipo de trastorno del estado de ánimo que ocurre principalmente en una época específica del año. Con mayor frecuencia, las personas padecen depresión estacional durante los meses de otoño e invierno, aunque no es una regla fija. Depende de cada cual.
Los síntomas son variados: te sientes triste o deprimido, pierdes el interés en esas cosas que tanto te gustaban no hace mucho, comes más y peor, duermes más de lo normal en ti, te sientes cansada, te falta energía, vas con varias marchas menos de lo habitual, tienes problemas para concentrarte, te has vuelto una pesimista nata…
La clave para saber si sufres una depresión estacional o si es algo más importante es relativamente sencilla. Todo consiste en echar la vista atrás y ver si en los dos últimos años has padecido idénticos síntomas en el mismo momento, en una misma estación. Porque las personas con depresión estacional tienden a seguir el mismo patrón cada año, sintiéndose deprimidas durante una misma época, pero mejorando el resto del año.
Es un fenómeno de lo más curioso y alude a la influencia que tiene la luz en la vida de las personas. El cuerpo humano tiene una especie de relojito interno, el llamado ritmo circadiano, que establece unos ciclos comunes a través del sueño y la vigilia diaria. Es un reloj biológico que actúa en función de tu exposición a la luz solar. Cuando la luz entra en tus ojos, envía un mensaje a tu cerebro: «¡Hora de despertar!». Y cuando oscurece, envía otra señal hormonal a tu cabeza: «¡Hora de dormir!».
Durante el otoño e invierno, los días se van haciendo más y más cortos, por lo que tu reloj biológico puede verse afectado por esa falta de exposición a la luz solar. Esto puede provocar los síntomas que conocemos como depresión estacional. El error es asumir que sucede y que no hay nada que hacer. Eso puede llevar a una cronificación que de verdad no necesitas.
La cuestión es atacar esos síntomas y no resignarse. No tienes por qué sentirte así por ningún motivo. Y ten en cuenta una cosa: por cuestión hormonal, afecta más a las mujeres que a los hombres en una proporción del 75 por ciento. ¡Actúa! Tienes que aprovechar la luz del sol todo lo que puedas. Por ejemplo, saliendo a caminar a primera hora del día. También debes propiciar un sueño reparador y estimular la mente todo lo que puedas. Ilusiónate con cada actividad y apóyate más que nunca en tus amigos y círculos más íntimos. Y come bien y haz ejercicio, una terapia magnífica contra la melancolía.