¿Corres hacia la despensa cuando te sientes deprimida o molesta? ¿Pagas tu melancolía con visitas furtivas a la nevera? ¿Solo te consuela la comida? Sí, eres una comedora emocional, una practicante del emotional eating. También conocido como el síndrome del comer emocional , es básico que aprendas a controlarlo, saber cómo frenar ese hambre que viene de las emociones y distinguirlo del apetito voraz . Encontrar consuelo en la comida es parte de esa alimentación emocional y suele acabar en sentimientos de culpa o vergüenza junto con un aumento de peso que solo te frustrará todavía más.
Cualquier cosa te puede llevar a buscar refugio en la comida. Desde el estrés laboral hasta las preocupaciones cotidianas, desde los problemas de salud hasta los conflictos personales. Todo alimenta tus emociones, aunque los estudios indican que el emotional eating afecta más a mujeres que a hombres. Las emociones negativas pueden provocar una sensación de vacío y la comida es una forma de llenar ese vacío y crear una falsa sensación de «plenitud», que siempre es temporal.
La cadena suele empezar por las emociones, que a su vez generan algún tipo de ansiedad. Los mecanismos del cerebro buscan estímulos compensatorios y la comida (generalmente tan sabrosa como poco saludable) aparece como una recompensa sencilla (es rápida de consumir y genera gusto), pero a la postre pagas la factura. Generalmente, y como hecho más visible, en forma de aumento de peso. Y eso solo te generará culpabilidad y baja autoestima.
A veces no es fácil, pero la base de todo comienza en saber distinguir cuándo aparecen auténticas señales de hambre y cuándo es emotional eating. El hambre verdadera se desarrolla con el paso de las horas, no sientes anhelo de un alimento en concreto, notas cómo te vas saciando y no aparecen sentimientos negativos.
Esas sensaciones son divergentes cuando el hambre es producto de las emociones. Aparece de forma repentina, solo deseas ciertos alimentos, te das un atracón sin que te notes saciada y finalmente aparece un sentimiento de culpa y cierta vergüenza. Puede requerir cierto entrenamiento, pero la clave para diferenciarlo es pensar antes de comer por qué lo haces. ¿Tienes hambre? ¿Lo necesitas?
-El hambre emocional no se suele calmar comiendo. Tendrás hambre «real» en breve o simplemente necesitarás más de esas patatas que te hicieron abrir la bolsa hace un rato. Debes descubrir otras formas más saludables de lidiar con las emociones negativas. Piensa en ellas: escribir un diario, contar lo que te pasa, leer un libro o, mejor todavía, encontrar unos minutos para relajarte, respirar y dedicar ese tiempo solo para ti.
Actívate, muévete. Es vital poner en marcha tu cuerpo porque muchas personas eliminan sus ansiedades y necesidad de comida haciendo ejercicio con regularidad. Vale con caminar, no es necesario prepararse para una maratón. Y lo mejor: busca una actividad que combine cuerpo y mente. Por ejemplo, el yoga es eficaz para tratar problemas emocionales . También puedes probar con la meditación, con beneficios probados en el tratamiento del hambre emocional.
Y muy importante: adquiere hábitos saludables de alimentación. Si comes bien durante el día, puede ser más fácil detectar cuándo estás comiendo por simple aburrimiento, tristeza o estrés. Llena tu despensa solo de cosas que sean buenas para ti, aunque tampoco pasa nada por darte algún capricho de vez en cuando. Esto es como dejar de fumar: si no tienes tabaco en casa, es más difícil caer.
20 de enero-18 de febrero
Con el Aire como elemento, los Acuario son independientes, graciosos, muy sociables e imaginativos, Ocultan un punto de excentricidad que no se ve a simple vista y, si te despistas, te verás inmerso en alguno des sus desafíos mentales. Pero su rebeldía y su impaciencia juega muchas veces en su contra. Ver más
¿Qué me deparan los astros?