Una infusión /
Las infusiones se han colado en nuestra alimentación por ser perfectas para hidratarnos y beber líquidos durante el día de una forma algo más original. Además, la medicina tradicional atribuye a muchas de las plantas con las que están hechas propiedades que pueden mejorar, en uno u otro sentido, nuestra salud y nuestro bienestar.
Aunque es cierto que estas propiedades beneficiosas están más probadas en unas plantas que en otras, lo cierto es que las infusiones se convierten en una solución óptima para aquellas personas a las que les cuesta tomar esos dos litros de agua diarios recomendados por los especialistas. Y para mejorar de una u otra maneera la salud intestinal de las personas que las ingieren.
Algo a lo que también ayuda el consumo de alimentos prebióticos. Un término que a menudo se confunde con el de probiótico, aunque existen algunas diferencias entre ellos: los probióticos son microorganismos vivos que podemos encontrar en algunos alimentos (como el kéfir o el yogur) y que ayudan a mejorar nuestro organismo.
Por su parte, los prebióticos son alimentos que normalmente llevan alto contenido en fibra y que actúan como 'nutriente' para esos probióticos que ya se encuentran en nuestro cuerpo (o que podemos aumentar con suplementos nutricionales). «Los prebióticos se utilizan con la intención de mejorar el equilibrio de estos microorganismos», aseguran los expertos de Mayo Clinic.
Son ellos mismos los que aseguran que los prebióticos se encuentran presentes en alimentos como el yogur o el kéfir, que normalmente encabezan las listas de alimentos con más alto contenido en estos nutrientes. Sin embargo, ahora se ha descubierto una infusión que presenta niveles más altos de prebióticos que estos otros alimentos.
Es la infusión de hojas de dientes de león la que, de acuerdo a un estudio científico llevado a cabo por la Universidad Estatal de San José, en XXX, puede ser un excelente suplemento nutricional rico en prebióticos (llegando a tener, incluso, niveles más altos que el kéfir o el yogur).
De acuerdo a esta investigación, en cada gramo de esta sustancia podemos encontrar hasta 155-243 mg de prebióticos siendo así el alimento con mayor contenido de prebióticos de todos los analizados por el equipo responsable. Una lista de la que también forman parte la alcachofa de Jerusalén, el ajo, los puerros, las cebollas, los aros de cebolla, la cebolla en crema, el caupí, los espárragos y unos cereales de desayuno.
Hasta ahora, el beneficio principal asociado a esta infusión era su función diurética, pues lleva un elevado contenido en potasio que consigue este efecto en nuestro organismo (aunque, si somos muy rigurosos, es necesario advertir que no hay muy pocos estudios científicos que evidencien este beneficio). Ahora, gracias a la ciencia, sabemos que también es beneficiosa para nuestra microbiota intestinal.
Eso sí, conviene que no abusar de esta infusión si se sufre de problemas biliares porque se considera que estimula la producción de jugo gástrico, pudiendo causar molestias gastrointestinales y acidez.
La mejor manera de extraer todos sus beneficios es cocinando una infusión que mezcle las hojas y la raíz del diente de león (podemos cogerlas directamente del campo, asegurándonos que provienen de una zona que no recibe ningún tipo de cura y dejándola secar al aire unos días). Para ello, habremos de crear esta mezcla y hervirla con 150ml de agua para, después de que empiece a cocer, retirarlo del fuego y esperar a que repose unos 15 minutos.
Una vez pasado este tiempo, lo mejor será colar la mezcla y tomar el caldo resultante, endulzándolo según gustos.