El mensaje estándar suele ser: « Operación bikini: cómo perder peso de forma fácil » y te prometen adelgazar en un mes . Pero en tu operación bikini hay errores . Principalmente, que las dietas a corto plazo, sin importar del tipo que sean, tienden a ser contraproducentes con bastante facilidad y provocar un «efecto rebote» que te conduce a la frustración y el desencanto. Pues sí, la teoría suele ser más sencilla que la práctica.
Una de las tesis más extendidas en relación con las dietas es que en cada persona existe una predisposición genética a tener un cierto peso, una especie de punto fijo alrededor del cual se fluctúa. Estas variaciones se marcan en buena medida por los hábitos, y especialmente la dieta y el ejercicio. Por eso puedes perder un par de kilos más o menos rápidamente, pero luego cuesta más seguir bajando. Es como si algo te tirara hacia la necesidad de recobrar ese punto de equilibrio. Y eso se acentúa en verano, cuando más te preocupas de dar un tirón fuerte a tus ganas de adelgazar de forma exprés.
Cuando comienzas a restringir tu ingesta de alimentos, el hipotálamo y las partes pituitarias del cerebro reciben señales de varios órganos, reconocen la disminución de las fuentes de energía que ingresan al cuerpo y ajustan los niveles hormonales como una forma de contrarrestar esa bajada. Es una especie de contrapeso, una búsqueda involuntaria de equilibrio.
Así, las hormonas del hambre pueden subir y las de la saciedad bajar, lo que te lleva a un impulso de comer más, en particular los alimentos muy sabrosos que tienen una alta densidad energética. Es el desastre final: haces precisamente todo lo que has estado tratando de evitar mientras seguías esa milagrosa dieta exprés. Diez días de esfuerzo que se van por el desagüe en diez minutos de tentación.
Hay estudios suficientes que indican cómo después de bajar un 5 por ciento del peso corporal original (tres o cuatro kilos normalmente), se activan diferentes mecanismos compensatorios, como el intestino y el cerebro, que intentan devolverte a tu peso corporal original. Efectivamente: cuerpo y mente te sabotean.
No son solo las hormonas, sino que tu propia mentalización para el verano juega en tu contra. Llegas con la lengua fuera a todo y tu organismo parece incitar al sedentarismo, a una especie de estado de inacción que no favorece tu pérdida de peso. Entonces, tu cuerpo comienza a conservar la energía en lugar de quemarla.
Cuando comienzas a perder peso, tu propio cerebro intenta evitarlo cambiando tu tasa metabólica basal, por lo que terminas quemando menos calorías. Sí, de nuevo el autosaboteo. Una dieta típica de operación bikini también hace que las personas pierdan masa muscular, lo que contribuye en gran medida a la tasa metabólica y a ralentizar aún más el metabolismo.
Ya sabes que el cerebro boicotea tu dieta exprés para perder kilos. ¿Pero qué tal si ayudas un poco a perder kilos a través de algo que no sea únicamente la alimentación? Es una manera efectiva de combatir el sabotaje. No solo es comer cosas ricas en agua y fibra, sino dormir lo suficiente, disminuir los niveles de estrés, consumir vitamina D, hacer ejercicio con regularidad y mantener una microbiota intestinal saludable. Es actuar contra tus propios instintos autosaboteadores.
20 de enero-18 de febrero
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