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Por qué engorda el estrés: el cortisol y otras causas de tu ansiedad por la comida que debes conocer para evitar una tensión que no necesitas

Lo dice la ciencia: el estrés engorda. Y es la hormona cortisol, que se secreta en respuesta a esa tensión, la que puede provocar un aumento de la grasa abdominal cuando se desarrolla en exceso. Para evitar llegar a ese extremo, la principal receta es llevar un estilo de vida saludable. Solo así controlarás ese estrés que no necesitas y evitar que se convierta en crónico.

Buscas trucos para calmar el estrés y suplementos que rebajen esa tensión, pero realmente lo efectivo es evitar que ésta se produzca. Y eso se logra llevando un estilo de vida saludable. Por ejemplo, con ejercicio o una dieta equilibrada. Porque una de las principales manifestaciones del estrés la sufre tu cuerpo en forma de unos kilos de más que te llevan a deprimirte todavía más. Es un círculo vicioso y detrás de él está el cortisol, la llamada «hormona del estrés».

En realidad, el cortisol es una hormona esencial para la supervivencia. Las glándulas suprarrenales lo producen y ayuda a tu cuerpo a responder a una amenaza física o psicológica o un factor de estrés. Te pone en alerta y te hace reaccionar ante un suceso de impacto que requiere energía para afrontarlo. El problema es cuando ese nivel de cortisol se dispara más allá de lo deseable.

El estrés y el impacto en la salud

Hoy en día, la mayoría de las personas experimentan estrés crónico de bajo grado. Los principales factores de tensión son el estrés psicológico y los comportamientos y estilos de vida que aumentan el riesgo de padecer eventos de salud negativos. Por ejemplo, dietas poco saludables con muchos alimentos ultraprocesados, inactividad física o falta de sueño.

Lo malo es que el estrés crónico genera dosis extras de cortisol y eso puede provocar la acumulación de grasa visceral y, a la postre, dificultar mucho su pérdida. Además, los niveles más altos de esta hormona pueden llevar a elegir alimentos ricos en calorías (fáciles de hacer, ricos al paladar), lo que deriva en un aumento de peso no deseado.

Ocurre que todo te empuja hacia un consumo excesivo de alimentos con alto contenido de grasa y azúcar, que son formas rápidas y sencillas de recibir energía rápidamente, con el fin de preparar al cuerpo para la amenaza percibida. Es un tipo de alimento «cómodo» que el cerebro lo recibe cargado de estímulo y que al final puede llevar a comer en exceso y aumentar de peso.

La grasa también genera cortisol

La relación entre el estrés y el aumento de peso también funciona a la inversa. Si tienes grasa abdominal, ésta puede generar por sí sola un aumento de los niveles de cortisol, lo que a su vez inicia un ciclo negativo de estrés crónico en el organismo. Además, ese estrés crónico puede afectar otros comportamientos de estilo de vida que conducen a un aumento de peso, como mala calidad del sueño, comportamientos sedentarios e inactividad física.

En resumen: manejar tu estrés a través de un estilo de vida saludable (por ejemplo, una dieta rica en nutrientes, ejercicio regular o meditación) debe ser una prioridad para ti. Anticípate a sucesos probables (el estrés laboral que se suele producir tras un descanso o una avalancha de obligaciones por cumplir) y hasta improbables adquiriendo unas rutinas que te hagan más fuerte.

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