Cuando se trata de queso, las personas a menudo dicen que lo aman tanto que no pueden vivir sin él, pero también que les preocupa que pueda causar enfermedades cardíacas o un aumento de peso. La clave es saber elegir la variedad adecuada y, sobre todo, no pasarte en la cantidad que consumes. Mesura para disfrutar de este maravilloso alimento. En España están algunas de las mejores queserías del mundo y es un placer bucear entre ellas. Puedes tomar queso de mil maneras: como topping para ensaladas, como aperitivo, como ingrediente para otros platos, como acompañante… Y los beneficios del queso son muchísimos. Pero recuerda: solo si lo consumes con mesura y aciertas con la variedad más saludable.
Hay muchas opciones buenas para elegir cuando se trata de queso y muchas formas potenciales para convertirlo en algo saludable. Se trata de una gran fuente de calcio, grasas y proteínas. También contiene altas cantidades de vitaminas A y B12, junto con zinc, fósforo y riboflavina.
Según algunos estudios, el queso y los productos lácteos en general también sirven para proteger los dientes de las caries. En un estudio danés de 2015, los niños con una ingesta de lácteos superior a la media tenían más probabilidades de no sufrir caries después de tres años que aquellos con una ingesta inferior a la media.
Los quesos altos en grasa como el queso azul, brie o cheddar contienen pequeñas cantidades de ácido linoleico conjugado, una grasa saludable que puede ayudar a prevenir la obesidad y las enfermedades cardíacas, además de reducir la inflamación. Así, se sabe que el queso cheddar procedente de animales 100% alimentados con pasto contiene el doble de ácido linoleico conjugado que el queso cheddar convencional.
También pueden ser buenos para tu corazón, desmintiendo el mito, si es que lo consumes con moderación. Según los estudios, los productos lácteos fermentados, como el yogur y el queso, tienen un efecto positivo en la salud cardiovascular.
Conocer los beneficios y los riesgos asociados con el consumo de queso pueden ayudarte a tomar buenas decisiones para tu dieta. Así, el queso puede tener efectos no deseados si está contaminado o si no se ajusta a tus necesidades dietéticas. El queso contiene muchos nutrientes importantes, pero también es alto en calorías, grasas saturadas y sal, así como bajo en fibra.
Los perfiles nutricionales varían mucho de un tipo de queso a otro. Por ejemplo, la mozzarella contiene 85 calorías y 6,3 gramos de grasa por cada porción de 30 gramos. La variedad de brie tiene 95 calorías y 7,9 gramos de grasa por 30 gramos de porción, mientras el queso cheddar posee por 114 calorías y 9,4 gramos de grasa en esa misma cantidad de ración.
Si deseas consumir quesos bajos en calorías, una gran opción es optar por la mozzarella parcialmente descremada, el queso suizo y el queso feta. Si lo que te preocupa es la sal, prueba el queso suizo, que solo contiene 53 miligramos por 30 gramos de porción. En este caso, es mejor evitar el queso feta, que tiene 323 miligramos de sodio en esa misma ración. En general, el sodio es más alto en los quesos más duros, ya que requieren más sal en el proceso de maduración. Pero puedes buscar variedades bajas en sodio de tus quesos favoritos.
En general, el queso es una fuente saludable y deliciosa de muchos nutrientes. Para la mayoría de las personas, una dieta equilibrada puede incluir queso sin problemas. Sin embargo, no se recomienda comer demasiado. Y un consejo final: tomar queso en alimentos procesados como masa de pizza, pepperoni o galletas saladas anulará en buena parte sus beneficios.