Según la OMS, el consumo de azúcar no debería superar el 10 por ciento de la ingesta calórica total, ya que nos aporta calorías vacías, favoreciendo la subida de peso y grasa corporal, además de aumentar el riesgo de padecer diabetes o enfermedades cardiovasculares. Lo ideal sería eliminarlo de la dieta, pero no es tan fácil, ya que activa el centro cerebral de la recompensa y es muy adictivo, incluso más que algunas drogas. El azúcar estimula la producción de dopamina lo que hace que sintamos placer y es este placer el que hace que cada vez necesitemos comer más puesto que nuestro cerebro se vuelve menos sensible a esta hormona.
Todos los nutricionistas aconsejan el uso de fruta para sustituir el azúcar de nuestra dieta. Puede utilizarse tanto fruta madura o deshidratada como verduras dulces como la calabaza, la zanahoria o la remolacha. Se pueden usar para hacer la masa de los bizcochos, salsas o siropes y, si educamos bien nuestro paladar, puede resultarnos tan placentero como la utilización del azúcar en las recetas.
Pero ahí está la clave, la educación del paladar, ya que el nivel de dulzor de estas alternativas nunca va a ser tan alto. Si todavía no te encuentras en esa fase, siempre puedes utilizar otras alternativas, como edulcorantes más saludables como la stevia o la panela o la miel. A pesar de que estos poseen algunas ventajas con respecto al azúcar, no son la mejor opción puesto que mantienen el umbral del dulzor demasiado alto, enmascarando el verdadero sabor dulce de los alimentos.
La miel está constituida fundamentalmente por fructosa, azúcar natural de la fruta, y además es rica en minerales y vitaminas del grupo B. Aun así, deberíamos limitar su consumo, ya que se trata de un azúcar sencillo. Además, si optas por esta opción, elige siempre la miel más natural o ecológica que encuentres, ya que es extraída directamente del panal sin sufrir ningún proceso. Las mieles más comerciales pueden llevar incorporados otro tipo de azúcares sencillos o aromas artificiales.
El sirope de ágave proviene de las pencas del ágave, planta similar al aloe vera. Contiene fundamentalmente fructosa y glucosa y es rico en fructooligosacáridos, que son beneficiosos para la salud intestinal. La combinación de fructosa y glucosa hace que tenga un menor índice glucémico que el azúcar blanco, por lo que su absorción es más lenta, lo que beneficia su proceso metabólico.
La estevia es un arbusto perenne que pertenece a la misma familia que los crisantemos y que es originaria de las áreas tropicales y subtropicales de Sudamérica. Este endulzante es rico en hierro, magnesio y cobalto y no deja regusto metálico tras su consumo.
Este producto se prepara a partir del jarabe de la caña de azúcar. A diferencia del azúcar, posee glucosa, fructosa, proteínas, minerales (calcio, hierro y fósforo) y vitaminas (A, C, D, E, grupo B). Entre sus beneficios, fortalece el sistema inmune y el sistema óseo, ayuda a regular el ritmo cardíaco y y la transmisión del impulso nervioso y muscular.