Coco Rocha: un hogar en el bosque

Hubo un tiempo en el que para triunfar como top había que ser, sí o sí, alta, guapa, joven y delgada, atributos suficientes e imprescindibles para convertirse en maniquí, con toda esa carga de impersonalidad inanimada que conlleva el término. Afortunadamente, para hacer carrera de modelo ya no hace falta parecerse a una muñequita; el canon estético ha dejado paso a la personalidad. Y de esta tiene mucha Coco Rocha.

Nacida como Mikhaila Rocha en Toronto (Canadá), su carrera comenzó como la de muchas otras, pero ha seguido un recorrido bien diferente. Descubierta por un cazatalentos cuando tenía 14 años, fue fichada por la agencia Elite Model, empezó a ocupar portadas de las revistas y pronto pasó a convertirse en embajadora de marcas de lujo y musa de diseñadores. Uno de sus devotos, Jean Paul Gaultier, vio algo especial en ella y, juntos, con la colaboración del fotógrafo Steven Sebring, dieron una lección de maestría hace un par de años con el libro "Study of Pose", donde la modelo que practica danza desde pequeña mostraba 1.000 formas diferentes de posar, con un dominio del cuerpo y la técnica asombroso.

Hoy ensaya la postura 1.001 para enseñarnos su casa a las afueras de White Plains, un lugar lo suficientemente distante de Nueva York a hora y media en coche como para olvidarse del ajetreo de la Gran Manzana y sumergirse en plena naturaleza. "Aquí puedo relajarme, contemplar el paisaje me inspira mucha paz. Lo que más me gusta de este lugar es que parece Irlanda", señala. Por fuera, la construcción sugiere un interior tradicional y campestre, pero nada más lejos de la realidad. Pasen y vean.

Si algo ha demostrado Rocha, imagen de la campaña otoño de El Corte Inglés, es que los convencionalismos no van con ella. Por eso el color y el diseño contemporáneo mandan en la decoración de esta casa de dos plantas. Los espacios, amplios y llenos de detalles acogedores, cobran luminosidad gracias a las paredes blancas, que contrastan con los suelos de madera oscura y las numerosas obras de arte. En este remanso, Rocha comparte su vida con el artista James Conran y con su hija Ioni, que con solo un año tiene cuenta en Instagram con más de 52.000 seguidores.

En la casa todo está a la vista, desde los peluches hasta los libros. "No nos gustan los contenedores, queremos que todo forme parte de la decoración", dice Coco. "Huimos de las cosas anticuadas y de los clichés". La top coincide con su marido en la manera de entender la vida (él es su mánager), pero también en la estética y la decoración de la casa. "James me ayudó con el diseño de interiores de mi primer apartamento en Nueva York, cuando tenía 18 años. Entonces éramos solo amigos. Aquel piso nos unió mucho", revela.

Aquella experiencia la han aplicado a esta casona, en la que el blanco impoluto de paredes y techos contrasta con el verde intenso del jardín gran parte del año a través de los grandes ventanales y donde han mezclado piezas clásicas y muebles a medida en maderas decapadas con complementos muy coloristas que potencian aún más la luminosidad de los espacios. ¿El resultado? Una vivienda que respira calma y tranquilidad, un hogar que transmite una personalidad abierta.

En 2011, Coco Rocha se inició en el diseño y quiso hacerlo por una buena causa. Creó una vistosa colección compuesta por siete joyas en plata y bronce para Senhoa Foundation, una organización humanitaria que ayuda a víctimas de la trata de personas en Camboya.