vivir
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Su formación artística –se graduó en Historia del Arte y trabajó en una casa de subastas internacional– otorga a esta renombrada interiorista una gran riqueza de referencias visuales. “Pero mi base de trabajo es la intuición, es lo que da frescura y originalidad”, apunta. Amaya propone materiales tradicionales y sencillos para reflejar el espíritu acogedor de la época, sin renunciar al refinamiento.
“Propongo un estilo artesanal, con una vajilla y un centro de mesa de cerámica tradicional, pero con un toque contemporáneo. Me encantan las mesas con carácter, con una estética simple y sobria, en las que mandan los materiales naturales en los tejidos, los adornos y los enseres: manteles y servilletas de hilo bordado, y búcaros y jarras de barro cocido, todos en colores suaves.
Para realzar los materiales, apuesto por el contraste que aportan el refinamiento del cristal y la cubertería art decó de plata. El resultado: sofisticación relajada y sin rigidez. Para el centro, me encanta el muérdago, la planta sagrada de los druidas, por su simbología –protege el hogar y atrae el amor eterno–, por el pálido tono de sus hojas y por sus diminutos frutos blancos. Da un toque de sencillez y frescura”.
La decoración de una mesa empieza por un mantel de materiales nobles.
Apuesta por la mezcla, sin olvidar la armonía de colores y materiales.
Los arreglos florales no deben estorbar la visión. Están para deleitar, pero no para impedir la comunicación.
Una buena vajilla realza la comida.
La luz, siempre cálida y acogedora.
Ante todo, naturalidad: no hay nada peor que no ser uno mismo