En la Pizzeria Masa de Barcelona, creado por ellas. / Juan Millás

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“La crisis ha supuesto un punto de inflexión”

Flexoarquitectura son dos mujeres y un hombre: Aixa del Rey, Bárbara Vich y Tomeu Ramis.

Todos nacidos en Palma de Mallorca y licenciados por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona (ETSAB), la ciudad donde crearon su estudio. En 2002 ganaron un concurso público que les permitió construir su primer edificio –25 viviendas protegidas para jóvenes en Menorca– y comenzar a recibir encargos particulares e institucionales, como el Centro de Día de Palma, que les valió también la nominación a los premios Mies van der Rohe.

“Ahora es más difícil que entonces manejarse con libertad en un proyecto: hay demasiada normativa. Los procesos de control, que se idearon para evitar abusos, no agilizan nada. La intención era buena, pero los resultados no han sido los esperados”, dice Aixa. Flexoarquitectura propone una arquitectura “desprejuiciada, optimista y positiva. Somos muy curiosos, nos replanteamos todo constantemente y buscamos soluciones imaginativas.

Además, mantenemos esa actitud en cada etapa del proceso”, apuntan. Este joven estudio es también una prueba de cómo el cambio se puede encajar con otra visión: “Las generaciones anteriores a la nuestra, los de los 80 y 90, pero también la más próxima escuela especulativa de Madrid, de arquitectos más experimentales, nos han enseñado muchas cosas. Pero creo que nosotros nos hemos mantenido a caballo, tomando ideas de la tradición anterior, más basada en los volúmenes, y en cierta medida nuestros proyectos son una bisagra entre ambos mundos”, afirma Aixa.

"Nuestra visión es optimista y positiva, nos replanteamos todo, todo el tiempo"

En sus edificios, remodelaciones e interiores se observan apuntes de las dos corrientes, pero también de la tradición balear de los 70: el uso de materiales naturales, como la madera, las técnicas sostenibles y el reciclado, así como el solapamiento de estéticas, como en este interior de la Pizzería Masa de Barcelona (en la foto) creado por ellas.

Las dos tienen claro que se ha producido un punto de inflexión con la crisis. “La multidisciplinaridad que se exige ahora para llevar a cabo un proyecto es un hecho, tanto como la necesidad de considerar la sostenibilidad en su sentido más profundo. Es decir, como algo no solo referido al ahorro en energías y la viabilidad misma del proyecto, sino a su relación con lo que le rodea y sus

usuarios”, apunta Bárbara, mientras Aixa reflexiona sobre algún aspecto positivo del crash de la burbuja: “Poder plantear que el mundo es finito. Y que reutilizar las obras precedentes es lícito. Esto es un deseo, pero creo que la arquitectura debería mejorar en la medida de lo posible lo que se ha hecho, y en concreto aquello que no se hizo bien”.

Flexoarquitectura / Jose Hevia

Este Centro de Día en Palma de Mallorca -para personas mayores- revela muchas de las intenciones de sus autores: crear espacios contemporá-neos, pero muy humanos, que facilitan la interactuación y la sensación de calma; mezclando aspectos formales de la arquitectura del ocio de los 70 con la tradición rural local.

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