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Louisa Grey. /
Y a los cinco años, llegó la revolución. La británica Louisa Grey fundó su estudio en 2013 pero fue hace unos meses, durante el London Design Festival, cuando un proyecto suyo rompió con la tradición de los colorinchis y el abigarramiento del estilo inglés. House of Grey dibuja unos nuevos ambientes que deben mucho a los aires del norte, pero que tienen en su ADN buscar la comodidad por encima de modas o tendencias.
Su estilo. Ha recuperado la paleta más tradicional a base de tonos neutros. Es el triunfo de los grises y los arenas. Solo en complementos rompe la uniformidad con colores azules o verdes. La mezcla de texturas también es protagonista. Grey cree que el espacio afecta a la salud y al bienestar, por eso apuesta por pinturas sin componentes contaminantes y remata todos sus proyectos con olores, ya sea de velas, mikados o inciensos.
Los sofás de formas escultóricas son de Mass Productions y las cortinas han sido confeccio-nadas a modo de patchwork por Nest Design. Las plantas dan un toque de color. /
Frauker Meyer, directora artística y responsable de este proyecto de Liaigre. Abajo, Deborah Comte-Liaigre, esposa de Christian y asesora de la firma. /
Christian Liaigre es alta costura, pero su trabajo no se muestra en pasarelas ni alfombras rojas, sino en la intimidad de los salones de clientes como Calvin Klein o Marc Jacobs. Este francés, que en 1987 revolucionó el interiorismo galo y creó espacios tan emblemáticos como el hotel Mercer de Nueva York, el Motu Tane de Bora Bora o el taburete Nagato, se ha jubilado tras construir un imperio presente en más de 10 países y que ahora simplemente se denomina Liaigre. Al frente de la empresa se han quedado dos mujeres: su esposa Deborah Comte-Liaigre y Frauke Meyer, la directora artística.
Su estilo. Meyer y Comet-Liaigre trabajan a cuatro manos y siguen fieles al mantra de la casa, que es sinónimo de lujo discreto. Son defensoras de los materiales puros y nobles. Aquí las mantas son de cachemir, las maderas son macizas y es el reino de los mármoles y los bronces. En sus espacios predomina el blanco y el tono oscuro del wengué. Pero la paleta de colores se ha ampliado y, junto a los tonos naturales, aparecen rojos, azules e incluso naranjas, eso sí, apagados.
Granates, azules lavados, beige, grises y, por supuesto, blanco y negro predominan en su paleta de color. /
Karlin en su estudio con sus famosos taburetes en forma de pieza de ajedrez en latón o madera. /
Desembarcó en 2010 en Nueva York desde su Londres natal. Anna Karlin fue alumna de la Escuela de Arte de Glasgow, pero también se ha formado como directora de arte. Polifacética, lo mismo diseña muebles que lámparas o joyería.
Su estilo. Reconoce que la proporción, el equilibrio y el contexto los aprendió observando la arquitectura georgiana y victoriana de Londres. Sus muebles y lámparas son objetos contundentes, escultóricos, de formas sencillas y se mezclan con opciones más austeras de estilo shaker, sobre un fondo de pared de ladrillo visto o unas paredes de yeso negro (al paso de la llana). Su truco es dejar los espacios con aspecto inacabado. Defensora de la estética japonesa conocida como wabi sabi, encuentra la perfección en lo imperfecto.
Conocida por sus lámparas-escultura, también diseña sillas como la W. Las patas y barrotes están tallados a mano y el asiento, cortado con plantilla. /
El dúo de arquitectos formado por Cristina y Fernando lanza su colección de muebles a través Kresta Design. /
Cristina Domínguez Lucas fundó su estudio, junto a su socio Fernando Hernández-Gil, en 2007. En una década se han hecho un hueco entre las propuestas más impactantes del interiorismo nacional. Suyo es el aclamado restaurante Casa Plata en Sevilla y recientemente han creado una línea propia de mobiliario bajo la etiqueta Kresta Design.
Su estilo. Es reconocido, sobre todo, por sus espacios blancos impecables, donde iconos del diseño y el arte contemporáneo encuentran el mejor escenario. Pero cuando se acercaron a una casona del siglo XVIII en Villalba de los Barros, en Badajoz, el respeto a la tradición fue su máxima. Apostaron por suelos de barro hechos por artesanos locales, paredes de mortero de cal y arena, y por recuperar las características bóvedas extremeñas en los techos. El resultado es austero pero con toques mediterráneos, donde predomina su mobiliario realizado en metal y con colores brillantes.
Las bóvedas extremeñas protagonizan la entrada y el salón. La monocromía de las paredes en cal y arena queda rota por el azul de la silla Agustine (Kresta Design) y el verde de las puertas. /
Wearstler apuesta por los tejidos lujosos, como el terciopelo, y de colores fuertes. Los estampados van desde los motivos geométricos inspirados en el movimiento moderno hasta las flores victorianas. /
Ella creó un estilo propio, el modern glamour. Hablamos de Kelly Wearstler, la gran dama del diseño norteamericano, que comenzó su reinado desde Los Ángeles a mediados de los años 90. Firma las casas de medio Hollywood, diseña complementos para los daneses Georg Jensen, muebles para su propia marca y hasta papeles pintados y alfombras.
Su estilo. Era la gurú del maximalismo, pero se ha suavizado. La transformación ha sucedido en la ciudad más europea de Norteamérica, San Francisco, donde firma su último proyecto, el hotel Proper. Para decorarlo, ha apostado por el blanco en las paredes, eso sí, cubiertas de obras de arte, donde puede mezclar piezas cinéticas con paisajes academicistas. Lo mismo sucede en el mobiliario, que combina piezas clásicas combinadas con otras de mitad del siglo XX. Pero es en las habitaciones donde da una lección magistral, mezclando telas y estampados. Sus combinaciones son radicales a la vez que perfectas.
En este proyecto, la diseñadora juega con estampados aparente-mente imposibles de combinar. Es la reina de la mezcla. /