Empezaron con una idea simple en el Madrid de 2009. La gente tiraba tantos muebles que montaron una "clínica" para darles una segunda vida. Así nació uno de sus proyectos bandera: La Cínica Design (que el año pasado recibió el Premio al Mejor Diseñador Independiente de Mercado de Diseño).
Ahora, más de una década después, los italianos Alberto Gobbino Ciszak (1983) -de ascendencia polaca-, y Andrea Caruso Dalmas (1984) -de padres croatas- diseñan para todo el mundo. Y las tiendas de moda han sido la base de su globalización. Con la flagship de Malababa en Madrid ganaron en enero el premio a mejor tienda en España del The York Time Style Magazine. "Nuestro primer cliente en moda fue Max Mara y ahora trabajamos mucho para Inditex. Al principio hacíamos solo diseño y concepto -explica Alberto Gobbino-. Llegaron más clientes y decidimos contar con el arquitecto Matteo Ferrari y hacer también la arquitectura".
Alberto y Andrea forman equipo desde los 15 años. Amigos del colegio, estudiaron Diseño Industrial en la Universidad Politécnica de Turín (Italia) y juntos llegaron a Madrid en 2007 para cursar un máster en el Instituto Europeo de Diseño. "España nos pareció el sitio más increíble del mundo y seguimos pensando así. En 2009, decidimos abrir un estudio en Madrid. El objetivo era salir del circuito de las grandes capitales de diseño del mundo como Londres o Milán y, de esta manera, experimentar y desarrollar un programa de innovación propio, sin presiones ni referentes".
Alberto habla de dos referentes: "La forma de desarrollar la arquitectura de Peter Zumthor y los diseños de los hermanos Bouroullec. Ya no hay diseñadores así. Ahora se puede trabajar mucho con internet y tener éxito, pero nosotros nos educamos en la constancia, en tener una idea y mantenerla, en aprender cada día y divertirnos". Su inspiración, dice, se basa en la curiosidad.
Se dieron a conocer a un público más amplio en 2008, con dos proyectos para el chef Mario Sandoval. Y entraron en el mundo de los accesorios de hogar para firmas de moda sobre ruedas... gracias a un carrito de inspiración india, el Lungi, que usaron de expositor, entre otras, Loewe. Se ha asociado su estilo con la visión estética japonesa wabi sabi, algo que Alberto puntualiza: "Nos gusta la imperfección, sí, utilizar lo existente sin ser demasiado intervencionistas y nuestra mano esté excesivamente presente. No diseñamos objetos extraños, intentamos ser coherentes y sacar mucho partido a pocas cosas, siempre integrando la personalidad del cliente".
Su método de trabajo también es muy personal. " No somos decoradores -aclara Alberto-. Presentamos un concepto, desarrollamos ideas y necesidades. Es un método de empatía". Andrea añade: "Nuestro modus operandi está basado en la relación personal con el cliente". Andrea tiene un perfil pedagógico muy importante. Enseña diseño de producto, de mobiliario y de tienda en la IE University, en la Head Genève Alta Escuela de Arte y Diseño de Ginebra y en el Instituto Europeo de Diseño de Madrid. Ante sus alumnos incide en la coherencia del diseño: "Hay que mantenerla hasta el final del proceso -dice-. Creo que es lo más difícil de lograr".
El arquitecto Matteo Ferrari (1982), con el que siempre trabajan, aporta a los proyectos su gran experiencia en arquitectura tras haber sido el director del estudio de Teresa Sapey durante varios años.
A Ferrari le interesa la arquitectura desde el punto de vista sociológico. Para él, es muy importante la actitud del cliente, "cómo va a vivir el proyecto, de qué forma puedo crearle sensaciones y cómo interactuará con el espacio. Los proyectos que creamos enseñan otra forma de vivir y entender los espacios". Se reconoce "reflexivo" y desgrana otro pequeño secreto: "Trabajamos en cadena: dos desarrollan el proyecto y el tercero supervisa, para tener un punto de vista externo". Los tres se definen como complementarios. Y cuando cada uno hace su papel, todo confluye en su sello personal: la sencillez. "Nuestros objetos y diseños parecen minimalistas, pero son complejos", observa Alberto.
El estudio, en pleno Barrio de las Letras, puede visitarse y figura, de hecho, en las rutas que organiza el Instituto Europeo de Diseño. En sus salas ahora hay una exposición de materiales: cerámica, madera, piedras, metal, vidrios, plástico, barro..., y de ideas empezadas y acabadas, como una deportivaa para Muroexe, las gafas para el Museo Thyssen, cajas recicladas de Zara para envíos a domicilio y sujetalibros para la firma Tortuga, que pronto se venderán el MoMA.
"Hemos trabajado durante 10 años con madera -dice Ciszak-; pasamos por un momento de piedras y ahora nos gustan más los metales. Buscamos nuevos materiales para conseguir lo máximo con pocas cosas. Con materiales de construcción y colores se pueden lograr texturas muy originales".
En sus muebles, zapatos, cerámica o lámparas hay frescura, sentido del humor, simpleza y sostenbilidad. "Trabajamos de forma muy estrecha con cada cliente. La nueva concepción de las tiendas Max & Co. ha sido uno de los últimos, y lo tratamos con la misma fórmula: dejar los espacios en su esencia estructural, con la mínima decoración y en la que las texturas, materiales, formas y mobiliario han sido desarrollados con la mayor simplicidad.
Alberto piensa que el diseño de tiendas "es un mundo lleno de posibilidades. En los últimos 10 años ha habido todo un boom, y se ven muchos proyectos. No es casual que grandes firmas de arquitectura estén apostando por ello. El de la moda es el sector más interesante a nivel de diseño. Y todo se mueve muy rápido, vuela. En Europa y EE.UU., la imagen de una tienda puede durar unos cinco años; en Asia se transforma cada dos. Y los que se queden atrás, probablemente desaparezcan".
Matteo está de acuerdo: "Es un momento muy bueno para el diseño de los espacios de moda. Tras años de crisis, además de tener un buen producto, se ha dado valor al hecho de generar expectativas en los clientes que visitan las tiendas. La inversión se está moviendo hacia los espacios comunes, porque son los que crean distinción y tienen en cuenta la experiencia del usuario. La tienda de moda se está centrando en crear un espacio a medida de la marca y que genere una conexión directa entre esta y el usuario. Por eso se vuelve a hablar de experiencia y de filosofía de la marca".
Andrea destaca "la importante evolución tecnológica con el debate entre la experiencia física o digital, en la que el mercado se está adecuando a la tecnología. La gente compra cada vez más por internet, pero las tiendas físicas ofrecen una experiencia que va más allá de la mera compra. En los países en vías de desarrollo se tiende al modelo global de marcas multinacionales; en Europa mantenemos la atención a la tienda y a la marca pequeña, que tiene una experiencia más auténtica. El mercado se dirige al mismo tiempo hacia la tecnología y a buscar una autenticidad. Aunque, con las redes sociales, cada vez es más difícil sorprenderse y es complicado crear una experiencia auténtica".
Ambos creen que "en un futuro algo más lejano tendremos dos conceptos diferenciados. Las tiendas en Asia serán mucho más pequeñas y servirán de apoyo al mercado on line, será un espacio de unos 15m2, pensado para probarse prendas y recoger pedidos. Pero en Europa no nos desprenderemos de la experiencia humana y habrá tiendas enfocadas a que, además de comprar productos, vivirán más experiencias. Así generan un universo de marca y conectan en directo con el cliente. Las personas necesitan de ese aspecto humano que solo podrán seguir encontrando en las tiendas físicas".
20 de enero-18 de febrero
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