Estas son las tiendas de moda más espectaculares del mundo

Moda y arquitectura siempre han sido dos formas de expresión artística intrínsecamente relacionadas, y esto es algo que entiende perfectamente Louis Vuitton, quien ha contado en numerosas ocasiones con algunos de los más prestigiosos estudios de arquitectura para dar forma a sus espacios.

Su último hito, la reciente inauguración en Osaka (Japón) de una flagship diseñada por el japonés Jun Aoki y que tiene el sello interiorista del reconocido Peter Marino. El edificio, inspirado en las velas de los tradicionales barcos mercantes japoneses, rinde homenaje a la cultura nipona y cuenta incluso con un espacio de restauración. Pura identidad de marca. Pero no son los únicos que pueden presumir de arquitectura de alta costura, a continuación te mostramos otros ejemplos que también están llamados a ser recordados.

Inspirada en las propias creaciones de la firma, la tienda de Dior en Seul nació con la intención de evocar la toile de uno de sus conocidos vestidos. Diseñada por el arquitecto –y ganador de un premio Pritzker- Christian de Portzamparc, es una de las construcciones de carácter escultórico más icónicas de la ciudad.

Puro minimalismo japonés, así es el buque insignia de Dior en Tokio. Un proyecto para el que la firma de lujo contó con el talento creativo de SANAA, una de las parejas de arquitectos más aplaudidas de los últimos años. Haciendo honor a su fama vanguardista, el dúo japonés diseñó una fachada de vidrio de 30 metros de altura con pantallas de acrílico tras las que se intuye el interior del edificio. Un juego de semitransparencias que convierte la visita en toda una experiencia visual.

En 2010 Hermès abrió por primera vez una tienda en el conocido barrio de Saint-Germain-des-Prés en París, y lo hizo en un edifico que hasta los años 30 albergaba una antigua piscina. Respetando al máximo la esencia y configuración del edificio, el estudio francés RDAI, proyectó un interior con varias estructuras de madera que funcionan a modo de expositores en esta particular tienda-museo.

El estudio OMA, liderado por Rem Koolhas, ha dirigido desde sus inicios el proyecto de la Fundación Prada en Milán. El conjunto, ubicado en una antigua destilería de 1910, está formado por varios edificios en los que se desarrolla un programa cultural que atrae cada año a diseñadores, arquitectos y artistas de todo el mundo: exposiciones, espectáculos, propuestas gastronómicas… La colección permanente de arte de la firma se puede visitar en esta particular “casa encantada” cubierta completamente por pan de oro.

Era el sueño futurista de Karl Lagerfeld y de la arquitecta Zaha Hadid –primera mujer en la historia en ganar un premio Pritzker-, y juntos lo hicieron realidad en 2008: un pabellón itinerante en el que albergar obras de artistas contemporáneos inspiradas en la maison francesa. Una estructura desmontable de 700m² que, tras hacer escala en Hong Kong, Tokio y Nueva York, “aterrizó” para quedarse definitivamente en la explanada del Instituto del Mundo Árabe (IMA) de París.

Es posiblemente la tienda más famosa e icónica del mundo, pero allí no se vende nada, es más, ni siquiera es una tienda. La instalación es una obra de arte diseñada por los arquitectos escandinavos Ingar Dragset  y Michael Elmgreen como una crítica a la industria del lujo. Sin embargo, este experimento -para el que la propia Miucci Prada dio su consentimiento seleccionando incluso los productos expuestos en su interior-, pronto se convirtió en un estandarte de la propia industria. Paradojas de la vida, este es un buen ejemplo de cómo la arquitectura puede transformar una marca en todo un símbolo. O incluso, en un lugar de peregrinaje. Bien por Prada.