Manualidades hay muchas; artesanía, ni te cuento; pero excelencia hay muy poca, asegura Tomás Alía (Lagartera, 1964) sobre su último y más emocional proyecto, Casa Alía, una tienda online de piezas decorativas hechas a mano y en nuestro país por maestros de oficios ancestrales, que él mismo ha comisariado. Hace cerca de un año, el interiorista, que es miembro de la Asociación Contemporánea de Artes y Oficios, convenció a sus socios: Nuestra intención es salvar la artesanía y que los talleres no desaparezcan, pero ¿cómo podemos hacerlo? Vamos a mapear España para encontrar esos talleres donde aún vive la maestría artesana. Tras meses de viajes, fatigas y entrevistas, de la vajilla de loza vidriada de Úbeda a la sillería de madera de chopo de Aragón, lo mejor en arts and crafts, tiene su espacio en Casa Alía.

En su viaje, se ha encontrado con historias como la del maestro nonagenario de un taller de Fajalauza, en Granada. Pertenece a la cuarta generación de una familia que, durante siglos, ha practicado este oficio y me decía: No tengo dinero. Si yo me muero, esto desaparece. Nuestro compromiso es no permitirlo, prosigue Alía, que ha seleccionado unos 200 objetos y los ha adaptado al lenguaje contemporáneo. Hay mucha gente que piensa que la artesanía es antigua y obsoleta, que no sabe cómo convivir con estas piezas en una casa moderna, explica el decorador, que se ha encargado de la puesta en escena de las fotografías de la web (las mismas que ilustran este reportaje), que no desentonarían en Pinterest, TikTok o cualquier otra red millennial. El interiorista ha demostrado que, bien combinada, esta estética genera interiores fotogénicos y emocionales, porque sientes un mayor vínculo por un objeto cuando sabes que es único y conoces su historia.

Casa Alía mira al pasado, pero es una semilla de futuro. Los oficios antiguos se basan en conceptos que a las nuevas generaciones les resuenan, como la economía circular y los procesos sostenibles reflexiona. Salvando la artesanía también reforzamos el vínculo con la España vaciada... ¿Cómo rellenamos los pueblos? Con manufactura, pero para eso es necesario que la artesanía reciba más apoyos, añade. En su viaje (y en el catálogo de Casa Alía) no solo ha dado con venerables ancianos: Hemos encontrado a gente muy joven con una preparación formidable que ama la naturaleza, el territorio y la idea de lo identitario, de lo singular.

Porque este proyecto también despierta la autoconciencia. España es muy rica en artesanía, precisamente por nuestras diferencias, por la pluralidad de las regiones. Y esa diferencia se manifiesta en lo hecho a mano, en lo lento, en lo que es para siempre, cuenta Alía sobre un patrimonio del que deberíamos sentirnos más orgullosos. A los españoles nos cuesta sacar pecho de lo nuestro. También la artesanía española necesita una fundación que la apoye, como la Bettencourt en Francia, que consigue que hasta las grandes firmas de moda reivindiquen a sus maestros. Con el apoyo necesario, podremos defender la excelencia artesana de la manufactura, que es la verdadera Marca España. (casa-alia.com).

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