Paula Echevarría en pleno ejercicio con un chaleco de electroestimulación. /
La llegada de los llamados chalecos de electroestimulación o electro-fitness hace un par de años causaron furor: que sí iban a ser una revolución, que sí estar en forma sería más fácil y rápido, que sí lo usan famosos como Paula Echevarría o Karim Benzema...
Pero pasado el furor, llega el momento de hacer balance: ¿Qué ha supuesto el chaleco en el mundillo fitness? ¿Funciona realmente? ¿Es seguro? ¿Es un sustitutivo del ejercicio o más bien un añadido?
Lo primero que hay que decir es que la electroestimulación (o EMS) se lleva usando en 'fitness' (y antes en rehabilitación) desde hace muchos años. Claro que, a diferencia del chaleco, se coloca en una zona específica (muslos, brazos, abdominales, glúteos...).
Con el chaleco (o más bien mono) se estimulan, en una única sesión, prácticamente todos los músculos a la vez. En realidad, el chaleco nos ahorra el 'engorro' de ir cambiando los electrodos de aquí a allá o de tener el cuerpo rodeado de 'cablecitos'...
Con esto terminan las similitudes, a partir de ahora llegan las diferencias. Al ser un entrenamiento global, los resultados llegan más rápido... Pero también el cansancio debido a la intensidad extra que reciben los músculos implicados.
Porque, lo que no hay que olvidar, es que el chaleco de electroestimulación no es un instrumento mágico que te pones 20 minutos y ya estás en forma. No, ni mucho menos.
¿Entonces, cómo funciona? Pues muy sencillo. Mientras haces una serie de ejercicios, supervisado por un instructor, el chaleco de electroestimulación va aplicando una serie de descargas eléctricas que potencian la carga que soportan tus músculos. Dependiendo de tu preparación, las descargas pueden ser más o menos intensas. Es un extra.
Así, con una sesión, o dos a lo sumo, de 20 minutos a la semana (prometen) ponernos en forma más rápidamente que si sólo hiciéramos ejercicio al estilo, digamos, tradicional... Algo que, por otra parte, no debemos abandonar.
Nos ponemos en forma más rápidamente, con menos tiempo por sesión.
Se hace bajo supervisión, así que a la menor duda podemos parar y preguntar.
Es un extra a nuestro ejercicio. Sí estamos 'estancados' en nuestra progresión o queremos empezar con esto del 'fitness', puede ser un buen punto de inflexión.
Los músculos aparecerán más tonificados y definidos que haciendo ejercicio a la manera clásica. O por lo menos los resultados se verán antes.
Su precio de compra, prohibitivo para el público general. Deberás apuntarte a clases en tu gimnasio o buscar lugares que lo ofrezcan.
Totalmente desaconsejado para embarazadas.
Puede ocurrir que las descargas te molesten demasiado (aún siendo muy bajas) o no te guste la sensación, por lo que tengas que renunciar a ello.
Algunos estudios sobre la EMS alertan del peligro de abusar de las sesiones. A mayor intensidad, más probabilidad de experimentar alguno de los efectos secundarios, como el catabolismo (destrucción) muscular y la rabdomiólisis.
Aún así, antes de nada te recomendamos que acudas a un profesional del 'fitness' para que te oriente y que preguntes a tu médico de cabecera para saber si estás preparado. ¡A ponerse en forma!
20 de enero-18 de febrero
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