Sales del gimnasio y a priori todo parece normal y, a excepción del cansancio , todo fluye como siempre. Sin embargo, en tu interior están sucediendo cosas que no te dejarán indiferente.
Para empezar, el aumento de flujo de sangre a través del ejercicio beneficia directamente al cerebro. Así, “las células cerebrales se despiertan, permitiendo un alto estado de alerta y enfoque durante y después del ejercicio”, subraya Rocío Megía, profesora del método Bowspring. Además, el aumento de oxígeno que llega al cerebro promueve el crecimiento de nuevas células cerebrales.
Por otro lado, después del ejercicio tienes mayor sensación de relajación, que dura incluso horas después de haber realizado el entrenamiento. Esto, explica Rocío, “es gracias a la segregación de una serie de hormonas como la testosterona, la adrenalina o las endorfinas”.
También, quemas gran cantidad de azúcar procedente de la sangre. Esto contribuye a que el páncreas tiene que producir menos insulina para mantener el nivel glucémico bajo control, lo que se entiende como un menor riesgo de diabetes.
Si has hecho ejercicio de alta intensidad la temperatura del cuerpo se eleva, lo que provoca que los vasos sanguíneos se dilaten incrementando la fluidez de la sangre. De ahí que, la piel de una persona que entrena con frecuencia, tenga más luz y se mantenga más joven.
Con el esfuerzo, aumentan las pulsaciones y cuando esto ocurre, los músculos de alrededor de los pulmones trabajan hasta su máxima capacidad. Esto hace que seas capaz de alcanzar un máximo consumo de oxígeno. “Cuanto más fit estés, más alto será tu consumo de oxígeno”, declara Rocío Megía. Las pulsaciones se incrementan con la intención de bombear más sangre hacia el cuerpo. “Si practicas Bowspring de manera regular puedes fortalecer el sistema cardiovascular y hacerlo más eficiente. También tienes el potencial de disminuir tus pulsaciones y la presión arterial gracias a la combinación de la respiración con el movimiento”, destaca la monitora sobre su método.
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