Hormonas y ansiedad suelen estar detrás del hambre cuando realmente no hay motivos para comer. También está el hambre emocional o esa hambre a todas horas que te hace comer casi compulsivamente. Y luego está lo que algunos llaman el hambre del deportista, que es esa necesidad de comer cuando se realiza un tipo de ejercicio, ya sea caminar o hacer prácticas más competitivas. Pero la realidad es que eso no le ocurre a todo el mundo, ni mucho menos. ¿Quieres saber por qué?
Uno de los principales inconvenientes del ejercicio es que puede provocar hambre y que comas más y con cierta ansiedad. Hay quienes advierten de la posibilidad de que el ejercicio haga que te vengas demasiado arriba y te incite a creer que puedes darte el lujo de comer más porque has quemado muchas calorías y te puedes dar ese homenaje. Esto puede ser un problema para tu plan de pérdida de peso e incluso conducir a un aumento de kilos.
Aunque no se aplica a todas las mujeres, los estudios muestran que efectivamente algunas personas comen más después de hacer ejercicio , lo que puede ir en contra de cualquier programa de adelgazamiento. Pero la realidad científica dice que nada se puede concluir al respecto porque todo depende del mecanismo de respuesta individual que cada una tenga.
Según las investigaciones, las acciones específicas del ejercicio sobre cada componente fisiológico varían en intensidad de una persona a otra de acuerdo con las características fisiológicas individuales y con la intensidad y duración del ejercicio. Por lo tanto, las respuestas individuales al ejercicio, y eso incluye el hambre, son muy variables y difíciles de predecir.
Lo que sí es indudable es que la actividad física puede influir de forma importante en la grelina, conocida como «la hormona del hambre» debido a cómo impulsa el apetito y tus necesidades de comer. Curiosamente, los estudios muestran que el apetito se suprime inmediatamente después de un ejercicio intenso. Esto se conoce como «anorexia por ejercicio» y parece estar relacionada con una disminución de grelina.
Sin embargo, esos mismos niveles de grelina vuelven a la normalidad después de aproximadamente media hora y pronto se equilibrará esa supuesta necesidad por comer. Y en ese camino de ascenso de grelina tu cerebro podría asumir que vas teniendo más hambre. Ese matiz de «podría» es importante. Con esto cabe concluir que si bien existe un vínculo entre el apetito y la grelina, esta asociación no parece influir en lo que realmente comes o necesitas comer.
Los estudios sobre la ingesta de calorías después del ejercicio arrojan resultados mixtos y poco concluyentes. Por ello, la conclusión más realista es también la más conservadora: tanto el apetito como la ingesta de alimentos después del ejercicio varían en función de las personas y sus características fisiológicas.
Por ejemplo, se ha demostrado que las mujeres tienen más hambre después de hacer ejercicio que los hombres y que las personas más delgadas pueden tener menos apetito que las personas obesas al concluir una actividad que haga desplazar el cuerpo. Es decir, si eres mujer con cierto sobrepeso estás en el grupo de personas con más probabilidades de sentir hambre tras hacer ejercicio.
20 de enero-18 de febrero
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