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La pasta admite mil y una recetas, combinaciones de ingredientes y modos de presentación, pero solo una forma de prepararla: bien, y a la italiana. Es decir, que esa olla de cinco kilos de macarrones que hacías para toda la semana en tu primer piso compartido no es sinónimo de 'pasta italiana', igual que el cocido madrileño no lleva brócoli, ni la paella lentejas.
Según el Informe del Consumo de Alimentación en España de 2014, elaborado por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, en nuestro país comemos, de media, cuatro kilos de pasta al año. Poco me parece, pero vayamos al grano (nunca mejor dicho): la pasta es una gran aliada de una dieta saludable si se combina con una buena rutina de ejercicio ya que es una rica fuente de energía gracias a sus carbohidratos y proteínas, pero apenas nos aporta grasas.
Eso sí, ¿cuántas veces recuerdas aquellos espaguetis que te comiste en Roma, el sabor de aquellos ravioli que saboreaste en Florencia o los farfalle con los que se te hizo la boca agua en Milán? ¿Cuántas veces te has lamentado de que "en casa no me salen ni parecidos? Y es que comer una pasta auténtica 'a la italiana' no solo dependerá de la salsa que prepares para acompañarla ni mucho menos de dónde estés, sino de cómo la prepares.
Lo ideal es hacerlo en una olla grande con bordes altos, ya que así puedes moverla bien para que no se quede pegada.
No te quedes corta con el agua: las cantidades son, por persona, 100 gramos de pasta, un litro de agua y una cucharada de sal gorda. Lo de añadir aceite o mantequilla al cocer es un mito falso.
Durante la cocción, no dejes de remover la pasta para evitar que se pegue, y pruébala para comprobar que la dejas 'al dente'. Si te sirve como orientación, el tiempo medio de cocción, dependiendo del corte de la pasta, está entre 8 y 11 minutos.
Otro mito falso: cuando se retira del fuego, no hay que dejar reposar ni añadir agua fría, solo escurrirla y guardar un poco de agua caliente para añadir a la salsa y remover.
La salsa siempre debe esperar a la pasta, es decir, siempre debemos prepararla antes de que la pasta esté cocina para añadirla y mezclarla al fuego antes de servir, conisguiendo así que coja el gusto y quede bien fusionada.
No debemos mezclar demasiados ingredientes (entre 5 y 8 como máximo) si queremos conservar el sabor.
Casi todas las salsas combinan bien con cualquier corte de pasta, pero hay 'matrimonios perfectos', como los que forman las pastas largas con salsas elaboradas a base de pescado o con una salsa sencilla de tomate; las pastas cortas con ingredientes o condimentos de verduras o carne; los macarrones con salsas cremosas o a base de nata; o los clásicos espaguetis con salsa boloñesa.
Además, es muy importante cómo cortar los ingredientes: corte en juliana y alargado para pastas largas y, en dados de unos 0,5 cm para pasta corta.
Fuente: Marcello Zacaria, de la Academia Barilla