Mussolini / Cordon

vivir

Mussolini y la pasión por el ajo

Pocas bromas con el Duce, el dictador italiano cuyo aliento era aún más destructor que su terrible programa político.

La culpa la tenía su pasión (rayando en obsesión) por el ajo, que aplacaba preparándose ensaladas en las que machacaba ajos y aliñaba con aceite y limón. Sin más.

Lo desveló en el libro A tavola con Il Duce (Gremese) la que durante muchos años fue su nuera, María Scicolone, amén de hermanísima de Sofía Loren. Pero no solo de ajo vivía Mussolini, ya que también "disfrutaba" de las sopas de bismuto (un metal pesado con altas dosis de toxicidad que utilizaba para calmar su ardor de estómago).

Pero él no fue el único dictador que acumulaba excentricidades gastronómicas al mismo ritmo que crímenes contra la humanidad. Así, Adolf Hitler iba de vegetariano pero se hinchaba a palomas rellenas de hígado, nueces, lengua y pistachos, mientras que Gadafi era adicto a los macarrones y la leche, que tuvo que dejar por flatulencia crónica, y el norcoreano Kim Jong-Il se relamía igual con caviar iraní que con sopas de carne de perro porque creía que le daban virilidad y poder.

Todo esto y mucho más lo cuenta el recomendable libro Dictators Dinners, de Melissa Scott y Victoria Clark (Gilgamesh). Perfecto para quienes quieran que estos tiranos les revuelvan aún más el estómago.

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