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“Cuando nos nombraron mejor restaurante del mundo por primera vez pensamos ¡se han equivocado!”

Comprometidos con el medioambiente, los hermanos Roca han iniciado 'La gran cadena' de reciclaje de vidrio y, de paso, nos han demostrado que son unos genios más allá de la cocina del (ahora segundo) mejor restaurante del mundo.

Los hermanos Roca inician #lagrancadena de Ecovidrio / Ecovidrio

Ana Calvo
Ana Calvo

Todo lo que tiene que ver con los hermanos Roca es una experiencia inolvidable. Su comida, hablar con ellos, el proyecto eco-responsable que han iniciado de la mano de Ecovidrio y, como no podía ser de otra forma, el evento para prensa en el que lo presentaron. Una sala completamente a oscuras, un artista decorando un mural con pintura fotosensible, música electrónica a todo volumen y ellos.

"Tenemos que devolver a la Tierra todo lo bueno que nos da"

Sí, los tres hermanos (Joan, Josep y Jordi) juntos fuera de El Celler de Can Roca, algo excepcional. "Sí, la verdad es que es raro que coincidamos los tres juntos fuera del restaurante, pero la ocasión merecía la pena", reconocen. Y es que Jordi, Joan y Josep Roca han sido los encargados de poner en marcha #lagrancadena, una campaña de Ecovidrio que empieza en el Celler de Can Roca y pretende llegar a 10.000 restaurantes españoles con el objetivo de concienciar sobre la importancia del reciclado de envases de cristal.

"Ecovidrio se acercó a nosotros para que encabezáramos esta iniciativa que, por otra parte, encajaba mucho con nuestro propio entorno. Debemos tener en cuenta en la hostelería, pero sobre todo en el ámbito doméstico, que la Tierra se agota, así que debemos incentivar todo aquello que le devuelva la vida, su diversidad. Tenemos que devolver a la Tierra todo lo bueno que nos da", nos cuentan.

Rebeldes con causa

Lo nuestro era una suma de idealismo e inocencia

Son conscientes, desde una humildad que incluso sorprende teniendo en cuenta que son los fuera de serie de la gastronomía mundial, de que gracias a ellos la revolución de la cocina española se hizo global, pero no olvidan que "todo empezó en un bar de barrio, en el de nuestros padres, hace ya 30 años", ni cómo lo han conseguido: "siempre ha habido inconformismo, compromiso con la creatividad, y eso está en nuestro ADN. Lo nuestro era una suma de idealismo, inocencia y también de estar seguros de que si haces cosas interesantes, la gente se mueve", reconocen. Eso sí, también " nos llamaron locos muchas veces, pero porque era una propuesta loca".

Bendita locura, pienso para mis adentros...

Nos llamaron locos muchas veces, porque era una locura

Aunque este año el título se ha ido a Italia, se ríen los tres hermanos al recordar que "cuando nos nombraron la primera vez el mejor restaurante del mundo lo primero que pensamos fue 'se han equivocado'". Pero no se equivocaban. Porque los críticos, los clientes que guardan pacientemente 11 meses de lista de espera para sentarse a su mesa, y los que tenemos la espinita clavada de no conocer aún El Celler de Can Roca sabemos que es verdad cuando cuentan que "el gran reto es convertir el hecho de ir a comer a nuestra casa en una experiencia gastronómica que va más allá de alimentarse, porque busca emocionar, contar historias, contar nuestras vivencias, nuestros últimos viajes... Contar todo lo que nos pasa por la cabeza y que el cliente se pueda llevar en la memoria la sensación de haber vivido esa experiencia gastronómica".

Pero no es lo único que hace diferentes a Joan, Josep y Jordi (que, por cierto, nos aseguran que "no discutimos, hablamos mucho, pero siempre llegamos un consenso"). Ellos tiene claro que la clave del éxito está en que "somos tres hermanos, cada uno dedicado a una disciplina muy concreta, pero que nos complementamos perfectamente tanto en el trabajo, como a nivel personal, y vamos todos a una en todo. Buscamos la excelencia, pero sobre todo la diferencia la marca que nos encanta lo que hacemos, y lo disfrutamos muchísimo"

Para coger pan y mojar

¡Claro que comemos potajes! Todos los días...

Lo que hacen es, en resumen, crear sabores que susurran historias y " la que más nos ha gustado contar en nuestros platos es la nuestra propia. En el segundo plato de los aperitivos, por ejemplo, representamos un bar que se abre como un 'pop up', con cinco bocados que cuentan recuerdos que nos llevan a los sabores del bar de nuestros padres: un calamar a la romana, un bocata de riñones, humo de Campari, pan con tomate y cordero y una brandada de bacalao". Porque lo suyo "son platos muy tradicionales que, aunque los hemos transformado, en un mordisco los reconoces perfectamente". Doy fe que quien ha estado allí asegura que así es. Y que es una delicia inolvidable.

Eso sí, todo esto está muy bien pero... ¿en su casa se comerá un potaje de vez en cuando?, me pregunto, y les pregunto... "¡Claro! Comemos sustancioso, auténtico y sabroso. Cada sábado, nuestra madre hace escudella i carn d'olla, una especie de cocido madrileño a la catalana. Cada día comemos todo el equipo de casa lo que cocina nuestra madre: el lunes, fideos a la cazuela; los martes, macarrones y lentejas; los miércoles, estofado; los jueves, arroz a la cazuela; y los viernes, canelones".

Como parece que no tienen reparos en mojar pan en la salsa, les invito a 'mojarse' en un tema más polémico como es la renuncia a las estrellas Michelín de varios chefs (sobre todo, franceses) por todas las exigencias que les supone, y entran al juego. "A nosotros no nos supone ningún esfuerzo ni presión, al revés, es un reconocimiento y un orgullo, estamos agradecidísimos y vamos a seguir trabajando muy duro para mantener la máxima categoría, que es la que tenemos".

Todo el entorno se beneficia de las estrellas Michelín

Y prosiguen con su alegato, alternándose en sus respuestas: "sin duda es una oportunidad de poder hacer mejor nuestro trabajo, porque te ponen en el foco de la gastronomía mundial, hace que la gente venga, y gracias a esa visibilidad te acerca a un público que pone en valor el talento de un equipo hacia la experiencia, porque esas estrellas también te convierten en un embajador de tu ciudad, de tu país". Y más: "también ayudas a dinamizar toda la cadena económica que hay alrededor de un restaurante así, desde los pequeños productores, al turismo, a los hoteles, el comercio... Al final todos los de alrededor se benefician de ese magnetismo que genera la máxima categoría que en este caso son las tres estrellas".

Los consejos de cocina de los Roca

  • Mujerhoy Una receta fácil para preparar en casa: Hermanos Roca "Tuestas pan, partes un tomate por la mitad, lo untas, echas aceite de oliva virgen extra y una buena sal. Encima puedes ponerle lo que quieras, que va a estar rico, desde Nocilla a jamón" ¿Nocilla?, le pregunta Joan, que apostilla: "Nocilla mejor que no, yo creo...". Y Jordi recontesta: "funciona, de verdad". Joan: "¿Lo has probado en serio?" Jordi: "Sí, claro, está buenísimo".

  • Mujerhoy Ayúdenme a preparar la lista de la compra Hermanos Roca "Hay que ir, si es posible, cada día al mercado y comprar productos frescos de temporada. Y una tarrina de helado del Rocambolesc, que hay de todos los sabores (añade Jordi entre risas)".

  • Mujerhoy Llévenme de viaje gastronómico por España Hermanos Roca "Uy, qué difícil, ¿no? Un arrocito en Castellón, unas gambas en Denia o en Menorca, un chocolate de Paco Torreblanca en Alicante, un espeto de sardinas en Málaga, unos langostinos de Sanlúcar con manzanilla, un buen jamón de la sierra de Huelva, y también en Salamanca, un cocido y unos callos aquí en Madrid, un plato de cecina en León y un botillo en el Bierzo, unos mariscos, crustáceos y un pulpo en cualquier parte de la costa de Galicia y una tortilla de patata en Betanzos, una fabada en Asturias, unas migas en La Mancha, un cordero lechal churro y un vino de Ribera en Castilla, un cochinillo y un clarete en Segovia, unos chipirones de anzuelo en el País Vasco, unas anchoas en Cantabria, y en Cataluña, además de las gambas de Palamós, unos calçots en Valls, unas mongetas del ganxet (un tipo de alubia) con butifarra, una olla aranesa, el trinxat de la Cerdanya (patata y col trinchada con butifarra negra frita) y un Suquet de pescado en el Ampurdan, delante del mar

Me despido con la sensación de ser una 'grouppie', porque aunque aún no he tenido la suerte de probar la experiencia de El Celler de Can Roca, sí he vivido la experiencia de que me cuenten los sabores con palabras, y de momento les doy todas las estrellas del mundo por su amabilidad y por el rato inolvidable que me han hecho pasar. Supongo que es lo que tienen los genios...

20 de enero-18 de febrero

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