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Hace cinco años, una joven en la veintena, como muchas otras de su edad, se echa una mochila al hombro ("en la que me sobraba espacio") y decide dejar todo y dar la vuelta el mundo. En su aventura, hace parada en la soleada California, donde ya había vivido, y a los tres días de estar allí haciendo un voluntariado tiene una revelación que le cambiará para siempre: prueba la kombucha, y este brebaje milenario chino la embriaga de tal manera con su sabor y sus propiedades saludables que no para hasta convertirlo, con la ayuda de su entonces novio (y ahora marido), su mejor amiga y su madre, en el centro de su vida. La suya, y la de buena parte de su pueblo, Fregenal de la Sierra, en Badajoz. Porque la historia de Beatriz Magro, de Nuria Morales (su socia y BFF) y de cómo “ crear un mundo mejor contribuyendo al bienestar de las personas” con Komvida es una historia de éxito empresarial y emprendimiento que se escribe en femenino desde un pequeño pueblo de la España vaciada y tiene todos los ingredientes para ser caso de estudio en las mejores escuelas de negocios del mundo. La versión española del ‘sueño americano’: " cuidado con lo que sueñas, porque termina haciéndose realidad", asegura Bea, fundadora de Komvida.
Pero antes de sumergirnos en la historia de éxito de Bea y Nuria, vayamos a los orígenes: ¿qué es la kombucha y por qué Komvida se ha convertido en la bebida saludable de moda entre las 'healthy girls'? "Cuenta la leyenda que fueron los emperadores chinos quienes, en su búsqueda del elixir de la vida, dieron por casualidad con la kombucha, que surge de la unión de bacterias y levaduras, y da su 'ingrediente mágico', el 'scoby'. Después pasó a los samuráis, y leyenda o no, gracias a sus beneficios, el consumo se ha mantenido más de 2000 años". Entre esos 'poderes casi mágicos', esta bebida milenaria contribuye con sus probióticos a generar un escudo inmunológico, regenera y equilibra la flora intestinal y la microbiota, es antioxidante, ayuda a eliminar toxinas, es depurativa y tiene propiedades antiinflamatorias, mejora los marcadores de riesgo cardiaco, reduce los niveles de azúcar en sangre, equilibra el metabolismo, es revitalizante, contribuye a tener un estado de ánimo más feliz y equilibrado, es buena para la piel, las uñas, facilita la digestión, previene la caída del cabello y es baja en calorías. ¿Alguien da más?
"Siempre lo digo, el maestro no aparece hasta que el discípulo no está preparado, y eso me pasó a mí con la kombucha", cuenta Bea."Nuria y yo lo que hemos hecho con Komvida ha sido crear esta categoría en España, y ponerla en el mercado como una alternativa rica, elaborada de forma tradicional y artesanal para conservar todas sus propiedades saludables, pero también disponible donde está el consumidor, en cualquier supermercado". Pero no solo eso. No sabemos si es por los 'superpoderes' que da la kombucha, pero a Bea y a Nuria no les para nada, ni siquiera la pandemia del coronavirus. Una semana antes de que saltara todo por los aires, estaban firmando los papeles del primer Espacio Komvida, en la calle Jorge Juan, 64, en plena Milla de Oro de Madrid. Un punto de encuentro donde se viven los valores Komvida y que va a servir no solo para probar, comprar y conocer su proyecto, sino también para hacer realidad su objetivo de "contribuir al bienestar de las personas, tanto a nivel físico (con el aprendizaje de buenos hábitos saludables de alimentación y de actividad física, por ejemplo) como espiritual".
Emprendedoras, soñadoras y madres, estas dos mujeres de la 'cosecha' del 87 (tienen 33 años) se consideran "de pueblo y de mundo", orgullosas de sus raíces, pero con vocación internacional: han vivido en el extranjero, se han empapado de otras culturas, pero a la hora de crear su negocio, lo hacen en casa, aportando riqueza, valor y oportunidades en un pueblo de menos de 5.000 habitantes de esa España vaciada tan castigada. La historia de Komvida no se entiende sin Fregenal de la Sierra ni sin las mujeres que lo han hecho posible, ya que el 84% de la plantilla de la empresa son, precisamente, mujeres rurales. "Mi madre, que es la única cuerda de la familia pero que se vio metida en esto desde el principio, es nuestra maestra kombuchera y el mejor ejemplo de lo que es Komvida: una mujer de pueblo que lo tuvo que dejar todo para cuidar a sus tres hijos, y que a sus 53 años (ahora tiene 56) tiene una nueva oportunidad de sentirse útil y contribuir a nuestra causa". Así que sí, es posible crear una empresa rentable de éxito siendo sostenibles, con productos de proximidad, apostando por la vida sana y fomentando la inclusión y el desarrollo femenino.
Pero no se engañen que no todo es un camino de rosas: por si no se lo imaginaban, ser mujer es un hándicap. "El emprendimiento es una aventura diaria. Hay tantos retos... Pero lo más difícil ha sido saber qué tipo de madre tengo que ser y quiero ser a la vez que soy emprendedora, amoldar mi maternidad, que es mi aventura con mayúsculas, al proyecto que he creado. Fue complicado aceptar que yo no iba a ser el tipo de madre que habían sido mi madre o mis abuelas, pero que eso estaba bien. Y ese es el gran freno que tenemos las mujeres, que tenemos que demostrar todo mucho más, nos cuestionan todo mucho más. A mí marido no le hacen las mismas preguntas que a mí", asegura Bea sin pelos en la lengua, al tiempo que reclama (¡por fin!) que seamos más sinceras, sobre todo, con otras mujeres: "no seamos tontas y digamos que conseguimos todo solas porque somos muy organizadas, tenemos que decir que tenemos y necesitamos ayuda, y no pasa nada, eso está bien. Yo al principio veía a otras mujeres, que llegaban a todo con buena cara y cuerpos fit, y decía, 'soy una mierda de la organización, por qué otras lo hacen y yo no'", confiesa. "Nos queda muchísimo por hacer, muchos retos que superar", concluye Bea. Pero gracias a mujeres como ella, como Nuria, y como las kombucheras de Frenegal de la Sierra, la meta de la igualdad real está más cerca.