Imagen de uno de los comedores del restaurante Lhardy. /
La oferta gastronómica madrileña está llena de propuestas atractivas para cualquier momento del día o de la semana. Y más ahora que ha llegado el buen tiempo y las terrazas se convierten en el lugar perfecto para disfrutar de una velada. Pero también es un buen momento para tener entre nuestras próximas salidas culinarias dos clásicos de la cocina madrileña a los que la Historia y la buena gastronomía les sitúa en un lugar especial: el Lhardy y el Mandarin Oriental Ritz.
En una ciudad en la que las aperturas y los nuevos negocios llegan semana tras semana, el Lhardy y el Mandarin Oriental Ritz siguen siendo dos referentes inevitables. Y más ahora que han renovado su propuesta gastronómica acercándose a las tendencias culinarias sin dejar de lado el saber hacer que les otorgado su merecida fama en el último siglo.
Situado en la Carrera de San Jerónimo, muy cerca de la Puerta del Sol, el Lhardy abrió sus puertas en 1839 siendo únicamente una pastelería, aunque no tardó en servir comidas. No tardó mucho en convertirse en una referencia culinaria tanto para la corte como para políticos, reputados nombres de la cultura y críticos culinarios. Y así se mantuvo durante casi todo el siglo XIX, algo que llevó a Azorín a escribir « no podemos imaginar Madrid sin Lhardy».
Imagen del salón japonés del Lhardy, en el que se han vivido momentos muy relevantes para la política de nuestro país. /
En mayo de 2021 la compañía Pescaderías Coruñesas adquirió el Lhardy con la intención de hacer de este afamado nombre algo más que lo que le había convertido en una referencia, su cocido madrileño. Y a pesar de que su carta no es muy extensa, está pensada para satisfacer a todos los paladares con la máxima que siempre le ha distinguido, la calidad y la experiencia.
Jamón Ibérico, Salpicón de bogavante gallego, almejas de carril o croquetas de cocido pueden ser el comienzo de una comida o cena inolvidable. Clásicos de la cocina como el steak tartar, el solomillo Wellington o el lenguado Evaristo son algunos de los segundos platos que encontramos en la carta, siempre a la altura de la institución que representan en cada mesa. Para terminar, clásicos como el souflé que lleva el nombre del local, y para acompañar vinos que combinan con la propuesta a la perfección.
El salpicón de bogavante gallego del Lhardy. /
Un servicio esmerado y atento y un ambiente que ha sabido recoger con inteligencia el legado que atesora en sus paredes lo convierten en un «must» a tener en cuenta para cualquier cita especial, o simplemente para sumar una experiencia culinaria inolvidable a nuestro expediente.
El Mandarín Oriental Ritz reabrió sus puertas hace poco más de un año tras afrontar su mayor renovación desde su inauguración en 1910. Y aunque la oferta hotelera y gastronómica de lujo en Madrid es amplia, siguen siendo una referencia ineludible para cualquier amante de las experiencias inolvidables. El arquitecto Rafael de La-Hoz y los diseñadores parisinos Gilles & Boissier son los responsables de esta nueva cara, que mantiene su esencia elegante con un toque contemporáneo.
Imagen del Pictura del Mandarín Oriental Ritz. /
En lo que respecta a la oferta gastronómica, el nuevo Ritz cuenta con dos bares y tres restaurantes. Entre los primeros, especialmente recomendable resulta la visita al Pictura, donde el arte y la coctelería son los protagonistas. Adornando las paredes se encuentran las fotografías de Paula Anta, una serie de retratos que usa como referencia cuadros que forman parte de la colección del Museo del Prado. El resultado es una decoración original y vistosa que conquista al visitante al primera vista y hace de la experiencia algo inolvidable que vas a querer repetir.
Entre los restaurantes, el Palm Court ofrece a los clientes del hotel y a todo aquel que quiera acercarse a este espectacular emplazamiento en el que la elegancia está presente en cada esquina una nueva carta cargada de platos deliciosos y atemporales. Con Sergio de la Plata como chef ejecutivo y Silvia García como Sumiller del hotel, la carta tiene muy presentes los clásicos del Ritz y los convierte en propuestas imperdibles.
El Palm Court del Mandarín Oriental Ritz. /
De las croquetas melosas a las ostras, pasando por la tortilla francesa con yema de huevo curada y caviar beluga, los entrantes de su nueva carta ya advierten al comensal de las delicias que tiene por delante. Jamón de bellota, tartar de ventresca de atún o la ensalada de tomatitos con hierbas frescas del huerto son algunas de los platos de arranque en frío, antes de apostar por mariscos como la deliciosa pata de cangrejo real con salsa de mantequilla de ajo o la gamba de Denia.
En el apartado de platos principales la propuesta sigue siendo tan completa como apetecible, con tres platos de pescado y tres de carne, entre los que resultan especialmente sorprendentes la lubina en hojaldre con salsa choron y las mollejas de corazón con glasé trufado. Para poner la guinda a la velada bajo el hermoso techo con dosel de cristal, media docena de postres, con dulces infalibles como la tarta de queso cortada al momento, e imperdibles como La Pera o el Mont Blanc. En definitiva, otra experiencia culinaria que merece la pena disfrutar al menos una vez en la vida, tanto por la oferta gastronómica como por el inigualable entorno en el que se disfruta.