Tenemos los trucos que necesitas para ser la reina de las barbacoas este verano. /
Cada una tenemos una imagen que relacionamos con el verano, pero a la hora de comer hay algunas que son universales como la paella en el chiringuito de la playa , un encuentro culinario en nuestra terraza favorita o una barbacoa con amigos. Esta última es, de todas las anteriores, la única que depende de tu destreza, de tu capacidad de previsión y de tu deseo de sorprender a tus invitados. Y por eso te traemos los trucos infalibles para que tus barbacoas de este verano sean un éxito.
Antes de arrancar con los consejos y recomendaciones hay que dejar dos cosas muy claras: nunca se debe hacer una barbacoa en una zona que esté prohibido, porque seguro que no queremos ser responsables de un incendio forestal, y para la primera barbacoa del verano siempre es recomendable limpiarla antes de ponernos manos a las brasas. No importa si recuerdas perfectamente cómo la limpiaste la última ocasión que la utilizaste, seguro que han pasado unos meses y que puede haber acumulado una suciedad que puede estropear nuestra fiesta. Dicho esto, preparado porque la parrilla empieza a funciona.
Lo primero que tenemos que tener claro, a la hora de preparar una barbacoa, es a cuánta gente vamos a invitar. Y aunque no tengamos un número fijo, porque todavía hay gente que se resiste a disfrutar del verano, o simplemente tiene otros compromisos, es necesario un número aproximado que se mueva en un rango de más menos dos.
Una vez hecha la cuenta, y siempre teniendo en cuenta que es mejor que sobre que no que falte, calcularemos entre 350 y 440 gramos por persona. Y dividir la cifra resultante entre los entrantes y el plato principal.
La persona que se sitúe al frente de la parrilla deberá contar con unas pinzas para mover la carne con seguridad y/o un tenedor de trinchar de mango largo. Además es recomendable tener a mano un hierro largo para mover las brasas, y un par de guantes para que el manejo de las parrillas sea seguro.
Sabemos que esperamos invitados, pero seguro que la maestra parrillera no quiere arruinar su vestuario, por lo que lo recomendable a la hora de vestirse, al menos hasta que esté la comida hecha, es hacerlo con una camiseta vieja y de manga corta y una gorra, por aquello de prevenir posibles insolaciones.
Cada maestrillo tiene su librillo, los parrilleros también, y en España hay alimentos ineludibles cuando se trata de hacer una barbacoa. Porque para que la fiesta sea completa no pueden faltar la panceta, la morcilla, los chorizos patrios o criollos y las salchichas. A modo de segundo pase hay quien se aventura en el universo del pollo, ya sea con alitas o con muslos, o de las brochetas, que ya requieren algo más de previsión. Al igual que los adobos, que se deben preparar la noche anterior, para que los alimentos maceren bien y cojan sabor.
Para el plato fuerte quedan reservadas las hamburguesas, especialmente si la media de edad de los invitados es baja, o las chuletas, de cerdo, de cordero o de ternera, cada una con sus tiempos y su público. Pero no debemos de ser temerosos a la hora de adentrarnos en otros universos cárnicos, especialmente si sabemos que funcionan porque los hemos probado, y podemos valorar echar en nuestra parrilla presa de cerdo ibérico, entraña argentina o asado de tira.
Tanto a la hora de comer la carne como previamente es necesario tener en cuenta que la dieta cárnica no debe ser exclusiva y que nuestros invitados disfrutarán de acompañamientos que rebajen el aporte calórico y multipliquen los sabores. Desde una ensalada con vegetales de temporada, como el tomate o el pepino, a un delicioso guacamole , pasando por sopas frías, todo tipo de hummus y crudités o pequeños canapés de ahumados.
En cuanto a la bebida, y puesto que el espacio en la nevera es finito, es recomendable meter una primera tanda de refrescos y cervezas el día anterior y sacarlo unas horas antes de la cita. Pero no para dejarlo fuera, sino para meterlo en una palangana o cubo que hayamos llenado previamente con hielo. Y el hueco que han dejado en la nevera llenarlo con una nueva tanda de bebidas, para tener asegurado el suministro para toda la velada.
Antes de continuar, este es el mejor lugar para comentar que nos hemos centrado en la barbacoa de carne porque es la más clásica, y la más deseada, pero es perfectamente factible una celebración en torno a las brasas con el pescado como protagonista. Lubina, dorada, sardinas, sepia o ventresca de atún pueden ser algunos de los elegidos a la hora de confeccionar nuestro menú. Que como la carne, podemos acompañarlos de deliciosas verduras que antes de echarlos a la parrilla habremos aderezado ligeramente con aceite. Pero que nunca cocinaremos en la misma parrilla que esta.
Si lo nuestro son los pimientos, las cebollas, las patatas o la provoleta, podemos aprovechar al máximo el espacio de la barbacoa y envolverlas en papel albal para que se cocinen junto a las brasas. Pero las dejaremos hacerlo con tranquilidad, y solo nos ocuparemos de ellas cuando lo permita el cocinado de lo que de verdad nos importa, la carne.
Una barbacoa requiere tiempo, también antes de que lleguen los invitados y lo recomendable para que las brasas estén maduras es comenzar el fuego con una previsión de dos horas. Para arrancar utilizaremos astillas finas y piñas, y cuando tenga cierta consistencia incorporaremos poco a poco el carbón vegetal o la madera que hayamos elegido, siendo la primera la propuesta más segura.
Cuando las brasas estén maduras, y hayan adquirido un tono blanquecino, colocaremos la parrilla a una distancia prudencial para que la carne se haga, en torno a unos quince centímetros. Aquí es importante tener en cuenta que cuando empecemos a cocinar el fuego estará más vivo, por lo que la distancia podrá ser algo mayor que cuando estemos a punto de terminar la barbacoa.
Más o menos cuando nos pongamos a iniciar el fuego será el momento ideal para sacar la carne de la nevera, con el fin de que se atempere y tenga mejor sabor una vez cocinada. Cuando la coloquemos junto a la parrilla, deberemos hacerlo en unas bandejas o platos grandes, nunca en el envoltorio en el que han venido desde la tienda.
Verduras y carne se pueden cocinar juntos, pero pescados y carne no deben hacerse en la misma parrila. /
Los expertos en la materia recomiendan colocar en los laterales de la barbacoa al final de la cocción ramas de romero o tomillo, para aromatizar la carne. Y utilizar brochetas de aluminio si vamos a optar por este tipo de presentación y cocción.
Una vez nos pongamos a cocinar, lo más importante. Si la barbacoa no tiene tapa que el aburrimiento no te lleve a darle vueltas a la carne sin sentido. Y si la tiene no la abras y la cierres a cada momento, porque aumentará el oxígeno de interior y provocará que el fuego esté más vivo, pudiendo quemar la carne.
Como es probable que tengamos varios invitados y nos veamos (ligeramente) sobrepasados por la situación, es recomendable trabajar con orden. Y para ello situaremos en el centro de la parrilla lo que va a salir primero, en este caso cualquiera de los entrantes que hayamos escogido para nuestro menú, para que no haya nadie esperando a comer ni la carne pierda calor.
Mientras estamos disfrutando del arranque de parrillada procederemos con el segundo pase o con los platos finales, cocinando en el centro y utilizando los exteriores de la parrilla para que los alimentos se mantengan a buena temperatura sin sobrecocinarse. Y en cuanto veamos que nuestros invitados han dado cuenta de los primeros platos procederemos a servir los segundos.
Como ya habremos trabajado demasiado pero no queremos castigar a nuestros invitados sin postre, lo más socorrido y refrescante es tener en el congelador un buen surtido de helados y dulces fríos y en la nevera piezas de fruta fresca de temporada como melón y sandía, que gustan a todos y apenas dan trabajo.
En cuanto a barbacoa, es importante dejar que las brasas se enfríen, y el mejor método para conseguirlo es (si no queremos esperar) mojar una tela o un paño con agua del tamaño de la superficie de la barbacoa y ponerlo sobre las brasas. Inmediatamente rociaremos agua sobre el paño, hasta que deje de salir vapor, para apagarlas con seguridad y no ensuciar demasiado con posibles cenizas o restos de las brasas.