vivir
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Los niños son creativos, imaginativos, les encanta inventar historias y mundos y adoran el color. En mayor o menor medida, todos dibujamos y coloreamos de pequeños, hasta que muchos, con el paso de los años, dejamos de hacerlo. Sin embargo, la pintura y el dibujo tienen numerosos beneficios para quien los practica y son u na forma de expresión y de comunicación emocional perfecta para todas las edades. Así, es una buena idea colocar en lugares estratégicos de la casa cajas de colores, rotuladores y folios para dejar que crezca el artista que hay en cada niño.
Es imprescindible que los niños se sienten ante el papel en blanco con total libertad y con material diverso para que puedan elegir y dar rienda suelta a su imaginación. No dudes en poner a su alcance acuarelas, pinceles, pegamento o purpurina. Cuantas más posibilidades tengan los niños, más te sorprenderá el resultado. Luego, puede ser divertido jugar a ver qué pueden hacer con un solo color y comprobar cómo pueden crear texturas utilizando diferentes líneas o puntos, coloreando suave o fuerte…
Los lápices de colores ofrecen experiencias tan diversas y fabulosas como sea capaz de imaginar el niño, lo que convierte una caja de ceras en uno de los juguetes más versátiles.
Comunicación. A veces, los niños no saben cómo expresar lo que sienten, en ocasiones porque aún no tienen palabras suficientes para poder hacerlo y en otras porque las emociones son tan fuertes que no son capaces de manejarlas. En estos casos, la pintura permite manifestar numerosos sentimientos, pensamientos y emociones tanto de forma consciente como inconsciente. De hecho, es una herramienta que pueden utilizar todos los niños, incluso aquellos con dificultades para la comunicación mediante la palabra, por edad, por timidez o por algún tipo de problema.
Diversión. Por supuesto, dibujar tiene que ser algo divertido, repleto de opciones y de ilusión. Ha de vivirse a modo de celebración o de juego y no de responsabilidad abrumadora. Aprendiendo a pintar los niños pueden socializar con amigos o con la familia, reír, motivarse y disfrutar de un buen rato.
Atención. Quien dedica tiempo a pintar o a crear entra en un estado de atención y concentración similar al que se logra al meditar o al orar. El tiempo vuela y las personas logran evadirse de los problemas, incluso del dolor. Por eso se convierte en una especie de terapia. Además, al reflejar paisajes o imágenes reales, los niños prestan atención a los detalles, comprueban cómo las montañas dejan de ser marrones para adquirir tonalidades ocres, verdosas o violetas, según la ocasión.
Desarrollo cerebral. Al crear a través del dibujo y de la pintura se ponen en marcha los dos hemisferios del cerebro. El derecho, como responsable de la creatividad y de la imaginación y el izquierdo, en funciones más lógicas y organizativas. Es un buen modo de desarrollar las capacidades del cerebro de forma lúdica y sin ser conscientes del esfuerzo que se realiza al favorecer la concentración de forma natural.
Motricidad. Desde luego, no es lo mismo coger un lápiz que usar un pincel. Cada técnica de pintura requiere de unas habilidades concretas, por lo que para los pequeños artistas implica desarrollar su motricidad fina a la vez que disfrutan.
Inquietud artística.. Cuando los niños dedican tiempo a pintar y ven los resultados que obtienen se despierta también su curiosidad por conocer lo que otros dibujan y qué consiguen hacer. Comienzan a mostrar interés por el arte y por las creaciones de otros acercándolos así al arte y, por tanto, a la cultura y a la historia de la humanidad a través de sus expresiones artísticas. Esto hace que las visitas a museos se conviertan en planes perfectos para hacer en familia.
No dudes en llenar tu hogar de témperas, acuarelas, pinceles, rotuladores, lápices, ceras, incluso, de caballetes.