Vidas perdidas

¿Cómo es que todavía no existen las medidas necesarias para evitar que un niño se quite la vida a causa del acoso escolar?

Julia Navarro
Julia Navarro

Perdonen que me repita: no es la primera vez que trato este problema que, de manera intermitente, aparece en los medios de comunicación cuando algún niño no puede más y se quita la vida para poner fin al acoso de sus compañeros. Así que, si no les importa, vuelvo a referirme a este problema y lo haré cuántas veces sea necesario a la espera de que en nuestro país haya alguien que, de una vez por todas, asuma la responsabilidad de intentar poner coto a esta lacra.

El caso de Diego G. ha sido el último del que hemos tenido noticia, así que permítanme que haga esta pregunta en voz alta: ¿ quiénes son los responsables de que haya niños y adolescentes que se quitan la vida por sufrir acoso escolar? Se lo diré. Sé de lo que hablo. Lo he vivido, de manera que puedo señalar a los responsables. En primer lugar, la responsabilidad es del centro escolar. ¿Cómo es posible que los profesores y la dirección ignoren lo que sucede? O son incompetentes, o son negligentes, o prefieren mirar hacia otro lado. Da lo mismo cuál sea la respuesta; el resultado es que, si les confiamos a nuestros hijos y no son capaces de protegerles, no están preparados para asumir la responsabilidad no solo de educar sino de garantizar la seguridad de los niños que están a su cargo.

En segundo lugar, el Ministerio de Educación y las consejerías de Educación de las comunidades autónomas. ¿Cómo es posible que no hayan establecido unos protocolos y una legislación encaminada a intentar evitar el acoso escolar? ¿Y los padres? Me refiero a los de los torturadores, los que escuchan a sus hijos ridiculizar a algún compañero de clase. ¿No se les encienden las alarmas por si acaso su "criatura" esta sobrepasando los límites de su animadversión hacia el compañero que no le gusta?

¿Quiénes son los responsables de que haya niños y adolescentes que se quitan la vida por sufrir acoso escolar?

Pero insisto en que los principales responsables hay que encontrarlos en los centros educativos donde se produce el acoso. Si ni la dirección ni el profesorado se enteran de algo tan terrible como que un grupo de alumnos se dedican a hacer la vida imposible a otro, entonces es que no están capacitados para hacerse cargo de la educación de los alumnos. Los padres dejamos a nuestros hijos en los centros escolares con la confianza de que no solo aprenderán Matemáticas o Informática, sino pensando en que están en un lugar donde nada malo les puede pasar.

Me parece imperdonable que los partidos políticos nunca hayan abordado como se merece este problema, arbitrando medidas para intentar impedir que haya maltratadores en las escuelas y que, en caso de haberlos, nadie los detecte ni sufran el castigo que merecen.

Imagínense por un momento qué cotas de sufrimiento debió de padecer el pequeño Diego G. para quitarse la vida. No sé a ustedes, pero a mí me tiembla el alma de pensar en ello y en la laxitud de los responsables del centro y de las autoridades e instituciones que deberían velar por que los colegios sean lugares seguros. ¡Que hagan algo ya!

20 de enero-18 de febrero

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