El sol es imprescindible para la vida, sin embargo, cada año cabe recordar la importancia de protegerse de las consecuencias nocivas de la radiación solar, más aún en primavera y verano cuando pasamos más horas al aire libre y realizamos numerosas actividades bajo el sol.
Adecuada hidratación: La salud exterior comienza por el interior y para ello es necesario estar bien hidratados. Todos los miembros de la familia deben tomar agua suficiente para mantener bien hidratada la piel y las mucosas. También se puede completar la nutrición con jugos naturales y batidos de frutas, siempre atendiendo a la alimentación saludable.
Horario y edad: Ni protección, ni gorras, ni nada de nada. Hay horas en la que lo mejor es no exponerse al sol. Así, desde las doce de la mañana y hasta las seis de la tarde, lo mejor es evitar la exposición directa a la radiación solar. No se trata de esconderse, sino de no tomar el sol y de no programar a esa hora actividades como al aire libre como la práctica del deporte. Además, los bebés menores de seis meses no deben exponerse al sol, de hecho, ni siquiera pueden utilizarse en ellos las cremas solares.
Cremas seguras: De poco sirve una crema si no se usa adecuadamente. De ahí que hay que procurar elegir una crema con protección suficiente para cada tipo de piel y para cada edad y seguir sus instrucciones de uso y de eficacia, ya que de un año para otro pierden su efecto protector si están abiertas. Además, es importante elegir una crema de calidad que no contenga ingredientes que pueda provocar alergias o reacciones adversas en la piel y el organismo del niño.
Piel: Una vez elegida la crema más adecuada, hay que cubrir correctamente toda la piel una hora antes de la exposición al sol, prestando atención a zonas que suelen olvidarse como las orejas o los empeines, las manos o los labios. Además, hay que renovar cada dos horas el fotoprotector, manteniendo las mismas precauciones.
También se puede proteger a los niños con ropa con filtros solares, muy adecuadas para las actividades al aire libre y para los días de playa y de piscina, cuando es casi imposible mantener a los pequeños a la sobra ya que ellos prefieren jugar en el agua.
Hay que aplicar la protección solar incluso en los días nublados, ya que el sol sigue ahí y su efecto perjudicial se mantiene.
Lo ideal es mantener que los niños utilicen ropa fresca y de algodón que traspire adecuadamente y completar el conjunto con sobreros o gorras. Ellos se verán guapísimos y tú los habrás protegido.
Al final de día y tras el aseo, mantén la hidratación de la piel utilizando una crema apropiada que le ayudará a recuperarse y a mantenerse flexible y preparada para volver al salir al sol al día siguiente.
Ojos: No todo es piel en materia de protección solar. Más allá hay que proteger los ojos de los niños para lo que es recomendable la utilización de sobreros y de gafas. Siempre con especial atención a que cumplan la normativa europea ya que, en otro caso, pueden las gafas de sol pueden ser más perjudiciales que positivas.
Antes de elegir el modelo debe fijarte en otras cuestiones de seguridad como que tengan el sello CE correspondiente que verifique que los cristales están homologados o que el filtro sea, al menos, del 75 por ciento. Sólo entonces, tras identificar las gafas que verdaderamente protegen del sol, será el momento de elegir las que más te gusten para tus pequeños.
20 de enero-18 de febrero
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