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La Organización Mundial de la Salud emite periódicamente informes o alertas que tienen que ver con las graves consecuencias que tienen para la salud los malos hábitos alimenticios de la población, especialmente en el mundo desarrollado. Unos desequilibrios nutricionales que, además de causar obesidad, acarrea una serie de importantes riesgos. Tanto es así que la ingesta insuficiente de frutas y verduras es uno de los 10 factores principales de riesgo de mortalidad a escala mundial y causa un 19% de los cánceres gastrointestinales, un 31% de las cardiopatías y un 11% de los accidentes vasculares cerebrales.
Sin embargo, estas cifras parecen no ser suficientemente alarmantes dado que la población infantil y juvenil española no consume la cantidad de frutas y verduras recomendada por la OMS y la FAO, establecida en 400 gramos diarios. Más aún se encuentran bastante alejados de esta cifra, en torno a los 250 gramos. Durante el Día Nacional de la Nutrición, celebrado el pasado 28 de mayo se puso precisamente el acento en la alimentación infantil dado que un escaso 3% de niños y adolescentes españoles consumen verduras y hortalizas más de una vez al día, el 46% solo toman una pieza de fruta diaria y únicamente el 28% ingiere más de una. Consecuencia de esto, los niños españoles tienen más sobrepeso y obesidad y se está detectando diabetes tipo 2.
Así lo señaló la directora ejecutiva de la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aecosan), Teresa Robledo, con motivo de la presentación de la campaña 'Hábitos para toda la vida: este año te llevamos al huerto'. El objetivo es conseguir cambiar esos hábitos que además se han asociado al hecho de disponer de televisión, ordenador o videojuegos en la habitación. Además, el porcentaje de niños que dedican dos o más horas diarias a los medios de ocio pasivo (ordenador, videojuegos, etc.) entre semana es mayor entre los que tienen obesidad (29 %) que entre los que tienen normopeso (22 %).
Para evitar adultos con sobrepeso es muy importante trabajar en los colegios y en los hogares. En las casas se recomienda que los niños se impliquen en la cocina, se sientan cómodos y estén integrados en las actividades culinarias, en la preparación del menú o en la compra de las frutas y verduras. Pero no se trata sólo de comer bien, sino que hay que mantener una serie de hábitos saludables de vida entre los que se encuentran comer sin ver la televisión, masticar despacio, beber agua, hacer ejercicio físico, descansar y no saltarse ninguna comida a lo que hay que sumar una máxima imprescindible: la comida no es ni un castigo ni un premio.
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