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Los niños tienen que jugar, es imprescindible y hay infinidad de juegos diferentes. Pero, ¿existe el juguete perfecto? No sabemos si existe, pero lo que sí parece es que existe un listado de rasgos y elementos que permiten que un juguete cumpla su principal función ,es decir, que los niños disfruten y se entretengan, sin perder de vista el aprendizaje de valores y de nuevas habilidades, algo que preocupa siempre a los padres.
Sonia Pérez, experta en educación y responsable de contenidos pedagógicos de Imaginarium, explica que hay unos elementos clave que no pueden faltar en el juguete perfecto son:
Adaptado a la edad. Un juguete está diseñado para estimular las habilidades de un niño en función de su edad. Esto quiere decir que si el producto está dirigido a niños de una edad inferior, el niño no le prestará atención lo que nos llevará a pensar que no le gusta cuando simplemente significa que esas habilidades ya las tiene superadas. Si el juguete está destinado a un niño de una edad superior, el pequeño no sabrá jugar con él, lo que le generará frustración. No hay que olvidar el diseño ergonómico adaptado a las necesidades motrices de cada niño.
Objetivo de juego concreto. El juguete debe estar orientado a un fin, ya sea con juegos que requieren destrezas artísticas como el set para pintar o un 4 en raya; ya que al tener un objetivo, los pequeños aprenderán a ser más autónomos y disfrutar de la satisfacción de lograr la meta propuesta.
Estimulación de los nueve sentidos. Sí, nueve. Los juguetes pueden ser multisensoriales. Este concepto implica que con el juego no solo se pueden estimular los 5 sentidos fisiológicos, sino también otros como la temperatura, el sentido de la orientación, el sentido del equilibrio y el kinestésico (percepción del movimiento a través de los órganos sensoriales). Por tanto, con un juguete multisensorial el juego es más completo y aporta más al desarrollo de las habilidades del niño. Por ejemplo, un patinete o un set de patines ponen en funcionamiento la vista, el oído, la temperatura, el equilibrio, el sentido de la orientación y el kinestésico.
Calidad y seguridad. De un juguete no solo se puede esperar que sea resistente al uso y al paso del tiempo, sino también que sea un elemento fabricado con materiales de calidad, que no contenga piezas que se desprendan y resulten un peligro para los menores de 3 años, que hayan sido sometidos a evaluaciones y controles de seguridad, cumplan con la Directiva Europea de seguridad del juguete 2009/48/CE y tengan el certificado CE que acredita que, tanto el producto, como los materiales que lo componen son seguros.
Fomento de las relaciones sociales y la actividad física. Aunque haya juegos que requieran la implicación individual de los niños, tampoco se debe olvidar los beneficios que reporta la dimensión social del juguete, ya sea compartiéndolo con los amigos del cole, los primos o incluso con los padres como ocurre con los puzles o las construcciones en 3D. Además, los juegos también son la herramienta idónea para combatir el sedentarismo y aprovechar los días al aire libre, saliendo a pasear en un patinete o jugando a atrapar la bola loca.
Los jugueteros se esfuerzan continuamente para lograr cumplir con estas cinco características principales y así dejar satisfechos tanto a los niños como a sus padres, de modo que además de disfrutar y desarrollarse se sientan plenamente seguros.