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¿Cuándo tengo que hacer a mi hijo la primera revisión oftalmológica? ¿Cómo sé si necesita gafas? Igual que la salud bucodental, la salud de los ojos es algo que ha que hay que cuidar con revisiones periódicas. Salvo en casos graves, es complicado que un niño se dé cuenta de que tiene problemas de visión. Sólo cuando se hacen mayores, los menores pueden detectar que no ven bien la pizarra en clase o sufrir dolores de cabeza por el esfuerzo mientras estudian.
Entre los tres o cuatro años es un buen momento para realizar a los niños su primera revisión oftalmológica. El objetivo es detectar y tratar a tiempo problemas que puedan afectar a su visión durante la edad adulta. Además, el cambio de hábitos en la infancia ahora que los niños pasan horas delante de las pantallas de televisión, consolas y dispositivos móviles hace que haya que extremar el cuidado de los ojos desde la primera infancia.
Antes de los tres años, es habitual que en las revisiones de niño sano el pediatra compruebe el estado de los ojos. Durante el primer mes de vida se descartan los problemas severos o las malformaciones congénitas y poco después, entre los seis y siete meses, ya puede realizarse el diagnóstico de estrabismo en su caso.
Cada año es interesante realizar a los niños una revisión. Sin embargo, hay señales ante las que es recomendable acudir al profesional médico como en los casos en los que el niño se acerca mucho a los libros cuando lee o escribe o si tiene problemas para leer la pizarra o se acerca mucho a la televisión. También es importante si el niño refiere diferencias de visión entre un ojo y otro o dolores de cabeza tras largos periodos de estudio o de hacer deberes.
También hay que acudir al oculista si observamos un reflejo blanco en la pupila del niño o si se le ponen los ojos rojos y lagrimea habitualmente sin razón aparente. En los casos de niños con antecedentes de miopía, hipermetropía, astigmatismo u otros problemas oculares es aún más importante hacer un seguimiento de su salud oftalmológica.
Más allá de las dioptrías, que pueden rectificarse con el uso de gafas o con operaciones a la edad adecuada, hay otros problemas como el ojo vago que, de no ser tratados a tiempo, se convierten en irreversibles. De ahí la relevancia de un buen diagnóstico a tiempo y de seguir al pie de la letra las recomendaciones de los profesionales.
Los niños no suelen tomarse bien el hecho de necesitar gafas. Se trata de un objeto externo que les molesta en los juegos del parque, cuando sudan o que sencillamente les incomodan en general, por lo que es importante que tengas paciencia.
Déjale participar en la elección del modelo.
Elige unas gafas ligeras y resistentes.
Programa una actividad divertida para que sienta que usar las gafas va ligado a pasarlo bien.
Pide colaboración a las madres de sus amigos para que sepan que va a llevar gafas y tengan una buena actitud ante el cambio.
Ten paciencia porque no sólo se tiene que acostumbrar a llevar las gafas, sino a ver con ellas por lo que al principio puede que se sienta ligeramente desequilibrado.
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