Desde la primera infancia, los menores pueden usar el ejercicio como herramienta para contribuir a su desarrollo físico y emocional si reciben los estímulos adecuados. Para evitar que se aburran y pierdan la concentración y la capacidad de desarrollo, se debe animar a los niños a hacer deporte mediante el refuerzo de sus logros, el juego y la diversión y el tiempo en familia en torno a sus aficiones. Ana Perales, psicóloga colaboradora de Zagros Sports, aconseja cómo motivar a los más pequeños y expone qué errores evitar para que no se frustren y abandonen la práctica deportiva.
La importancia de que los niños comiencen a hacer deporte a una edad temprana se encuentra en que durante los primeros años de vida van configurando valores, herramientas y recursos que les servirán en su crecimiento. Por medio del deporte los niños aprenden a valorar sus propias capacidades, a relacionarse de forma segura con los demás y a manejar conflictos y frustraciones constructivamente. El refuerzo de estos valores positivos por parte de los padres permite a los menores afrontar nuevos retos con optimismo y seguridad.
Además de incentivar a los niños, para evitar que vean el deporte como una obligación se debe evitar presionarlos. Tanto dentro como fuera de las clases extraescolares o clubes de deporte, los niños se tienen que divertir con el ejercicio, sin sentirse agobiados por los triunfos o derrotas. Una presión continua por parte del entorno puede conducir a la frustración del niño y el abandono.
Los deportes elegidos para los niños tienen que responder a sus gustos. Dentro del abanico de deportes que se adapte más a su edad y sus aptitudes, los niños se pueden sentir más cómodos en unos que en otros. Sin perder de vista que la finalidad es aprender y divertirse, escuchar a los niños marca el camino para saber en qué deporte encajan mejor y cómo puede prolongar su práctica en el tiempo hasta convertirse en un hábito.
Ana Perales, afirma que “ hay algunos deportes muy recomendables desde edades muy tempranas, entre los 3 o 4 años, como la natación o las artes marciales con los que los niños trabajan la coordinación, el autocontrol y el aumento de su autoestima”. Los niños de 5 años ya pueden empezar con el ciclismo y el tenis o el pádel, siendo buenos ejemplos de actividades que se prestan a realizarse en familia. Así, los niños se verán motivados por el apoyo familiar y entrenarán su coordinación.
Para evitar que se aburran y usar la relación con otros niños como motivación, a partir de los 7 años comienzan a estar indicados los deportes de equipo. En este tipo de deportes, además de disfrutar del juego con sus amigos, los niños trabajan en grupo y desarrollan la resolución de conflictos y la asimilación de roles.
En el caso de que los niños no quieran hacer ejercicio o abandonen el deporte que practicaban, será necesario valorar qué motivos han podido provocar este cambio en su actitud, más allá del aburrimiento por repetición.
Entorno social: la relación con el entorno familiar y en el colegio puede conducir los gustos de los niños hacia hábito más sedentarios, como ver la televisión, pasar más tiempo delante del ordenador o jugar a videojuegos. Será labor de los padres establecer horarios para que todos los tipos de entretenimiento tengan cabida y buscar el deporte o actividad física más adecuados para motivarlos a llevar una vida activa.
Personalidad y aptitudes: según las características de cada niño se sentirán más cómodos en un tipo u otro de deportes. Los niños más tímidos y reservados, por ejemplo, sienten más vergüenza participando en un deporte colectivo. Lo mismo ocurre con los niños con una menor autoestima. Poco a poco se pueden trabajar estos valores para favorecer a su desarrollo personal, pero no es conveniente forzarlos.
Preparación física: cuando el deporte es demasiado exigente para la forma física de los menores, puede provocar continuas lesiones o agobio al no llegar al rendimiento de los demás niños.
Falta de progreso: sobre todo cuando hay competiciones de por medio, los niños pueden frustrarse fácilmente si no se ven progresar y ser mejores que el adversario. Tanto los padres como los entrenadores deben restar importancia al hecho de ganar o perder para reducir la presión sobre los menores y no menguar sus ganas de jugar y pasarlo bien.
Para aquellos padres que encuentran serias dificultades para animar a sus hijos a practicar deporte y mantener una vida activa, una primera opción puede ser jugar en casa, parques o excursiones.
Jugar al escondite: el clásico juego del escondite anima a los niños a correr y moverse a la vez que potencia su psicomotricidad y creatividad. Sumando diferentes normas al juego es posible aumentar su dificultad y el esfuerzo por parte de los pequeños.
Imitar animales: gracias a la imaginación de los niños se puede ingeniar un juego donde haya que imitar las posiciones de los animales y mantenerlas unos segundos. De esta forma estarán entrenando la fuerza de brazos y piernas, así como el equilibrio.
Gymkana: si se dispone de espacio en casa, en patio o terraza, una gymkana con diferentes pruebas tanto de habilidad como de resistencia supone un reto y una fuerte motivación para los niños en edad más competitiva. Añadir pequeños premios o incentivos al final de las pruebas aumentará el atractivo del juego.
Carreras en diferentes modalidades: si hay varios niños en casa, ya sean hermanos o amigos, se pueden organizar carreras de diferentes tipos: de relevos, llevando al compañero haciendo la carretilla, a caballito… Así, sin que se den cuenta, estarán entrenando su resistencia y su fuerza. Además de manteniendo activo el organismo para no caer en el sedentarismo.
20 de enero-18 de febrero
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