vivir
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Desde que los bebés nacen dedicamos tiempo y esfuerzo a estimular sus sentidos. Les hablamos y ponemos música para sus oídos, colocamos juguetes ante sus ojos para que los sigan, les damos a probar diferentes alimentos para que distingan sabores y texturas… ¿Y para el tacto? Lo mejor para estimular el tacto es disfrutar de masajes y los beneficios no son sólo para el niño, sino para toda la familia.
Incluir en la rutina diaria tiempo para los masajes aporta numerosos beneficios para los pequeños:
Ayuda a la digestión, alivia los cólicos, los gases y el estreñimiento.
Favorece el descanso y ayuda a dormir profundamente.
Alivia la congestión nasal y el malestar durante la dentición.
Calma al bebé y reduce el llanto.
Favorece el desarrollo del tono muscular.
Mejora la flexibilidad y la coordinación.
Estimula la autoconciencia corporal.
Mejora la hidratación y textura de la piel.
Estimula el sistema inmunológico.
Refuerza los sentimientos de seguridad y confianza.
Mejora la circulación sanguínea y linfática.
Reduce las hormonas que producen el estrés.
Una docena de beneficios para el pequeño que no se quedan ahí, sino que se amplía a todos los miembros de la familia que se impliquen en esta actividad:
Genera entendimiento mutuo entre los miembros de la familia.
Promueve el apego seguro.
Crea momentos únicos de intimidad y seguridad.
Favorece el respeto.
Relaja el ambiente.
Favorece el descanso de quién da el masaje y ayuda a conciliar el sueño.
Mejora las relaciones personales entre los miembros de la familia.
Favorece el tacto como algo positivo y respetuoso.
Reduce los conflictos y la rivalidad entre hermanos.
Reduce la violencia y la agresividad.
Si el día a día hace que sea difícil encontrar tiempo de calidad para los hijos, ser conscientes de todo lo que puede aportar a la convivencia en casa y al desarrollo de los niños, seguro que anima a organizar sesiones de masajes.