vivir
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Puede parecer que tiene poco sentido enseñar a hablar a un niño que se muestra agresivo y que pega mucho en el colegio o en casa. Sin embargo, a grandes rasgos es la mejor solución. La clave está en por qué pega el niño, no en las razones particulares de cada vez que lo hace, sino en las generales que se esconden detrás de una actitud agresiva. En general, el niño que tiene por respuesta la agresividad es porque no sabe dar otra, por eso, enseñarle a comunicar, en definitiva a hablar sobre lo que está viviendo, es la mejor alternativa.
Además, por supuesto, habrá que seguir una serie de pautas para cambiar esa respuesta automatizada por su sostenimiento en el tiempo por una más pausada y reflexiva. Así pues, habrá que abordar el comportamiento desde dos perspectivas: la educación emocional continuada, para que sepa identificar sus sentimientos, verbalizarlos y dar una respuesta; y la de control en el momento de la acción con el correspondiente apercibimiento, en su caso.
La frustración y el miedo son las principales fuentes de conflicto entre los niños y algunos de ellos responden ante estos sentimientos pegando. No es una conducta ante la que haya que alarmarse, pero que sí hay que controlar y reconvertir. Desde bebés algunos niños se auto golpean o lloran muy enfadados cuando tienen hambre. Al llegar a la guardería los hay que pegan a sus compañeros incluso sin motivo, lo que causa preocupación en los padres.
En el momento en que se detecte esa conducta hay que procurar atajarla para que no vaya a más ya que la consabida respuesta de ¡son cosas de niños! puede normalizar un comportamiento que no debe aceptarse como tal.
Para ello, lo principal es hablar con el pequeño, nunca durante la rabieta o cuando acaba de pegar, sino de forma constante, como una rutina, sobre los sentimientos. Hay diferentes colecciones de cuentos o historia y fábulas disponibles en Internet que enseñan a niño a identificar sentimientos como los celos, el miedo, la envidia, la inseguridad… y a saber qué se los provoca. Poco a poco, el niño tendrá herramientas suficientes para hablar cuando un compañero le quita la pelota en lugar de pegarle o para explicarle a su madre por qué se siente mal cuando le hace mimos a su hermano.
Así, aprender a hablar se habrá convertido en el principal aliado para el éxito. Sin embargo, hasta que llega ese momento en el que el niño controla su frustración, no se le puede dejar que golpee a personas, a objetos o a sí mismo como si no pasara nada.
Mantén la calma para no responder tú de manera agresiva o irascible
No le permitas juegos o películas violentas
Adviértele cuando se comporte de manera agresiva
Si finalmente pega sácalo del lugar en el que está para que no vaya a más
No le hagas caso en sus rabietas o llamadas de atención
Cuida tu lenguaje para evitar palabras groseras o afirmaciones duras para el niño
Ayúdalo a volver a la calma, sólo desde la calma, las personas, niños y adultos, atendemos a razones.