El aspecto del bebé en la semana 33 de embarazo es básicamente el mismo que tendrá al nacer, aunque su cabeza todavía es ligeramente desproporcionada ya que su perímetro aún supera al perímetro abdominal. En apenas dos semanas se invertirá esta proporción. El bebé pesa ya unos dos kilos y los huesos de su esqueleto siguen recibiendo calcio a través de la placenta, de ahí la importancia de su ingesta durante esta etapa. Todos los huesos se están endureciendo salvo los de la cabeza que se mantienen flexibles y separados para moverse y adaptarse al canal de parto durante el nacimiento. Será tras el parto cuando se osifiquen y se unan definitivamente.

El bebé sigue tragando líquido amniótico, de hecho, dado que sus papilas gustativas y su sistema nervioso están desarrollados, el pequeño puede sentir algunos sabores. La deglución del líquido amniótico tiene varias funciones, de un lado, el desarrollo del sistema digestivo y de otro, el mantenimiento de la salud de sus intestinos, tan importante después del nacimiento y durante su edad adulta. Los deshechos se acumulan en el colon del bebé en forma de meconio y no será hasta después del parto cuando el pequeño los expulse.

La presión que ejerce el bebé por su tamaño y peso puede causar la temida ciática, un pinzamiento del nervio ciático desde la zona lumbar que atraviesa el glúteo y baja por toda la pierna. Este dolor no puede tratarse médicamente durante el embarazo y dificulta caminar, incluso permanecer sentada. Es un dolor intenso y constante que puede aliviarse con estiramientos, aunque es posible que permanezca hasta después de dar a luz.

También es muy normal que notes dificultades para respirar. Cuando tengas que subir una cuesta o realizar algún esfuerzo recuerda controlar tu respiración para no quedarte sin aire en medio de la empresa. Practicar respiraciones profundas te ayudará con la vida cotidiana y también llegada la hora del parto.

También pensando en el momento de dar a luz, son recomendables los masajes perineales. Se trata de una técnica que proporciona elasticidad y que previene episiotomías y desgarros durante el parto.

Puedes hacértelo tú misma o pedir ayuda a tu pareja. Con las manos limpias y las uñas cortas, puedes utilizar aceite de almendras dulces para lubricar la zona. Colócate en cuclillas sostenido la espada contra una pared e introduce los pulgares en la vagina hasta los nudillos realizando una ligera presión hacia el ano. Masajea unos dos o tres minutos. Luego vuelve a presionar desde el ano hacia el exterior de modo que sentirás una presión similar a la que tendrás a la hora de dar a luz. Si es tu pareja quien te realiza el masaje puede ayudarse también de los dedos índices. Sólo necesitas unos cinco minutos al día para hacerlo y ayudará para mejorar la elasticidad perineal.

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