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Cómo ayudar a tu hijo adolescente a organizarse en el instituto

La cabeza de un adolescente es un hervidero de cambios, emociones, sensaciones nuevas y estados de ánimo. Con técnicas sencillas de organización les resultará más fácil afrontar el día a día sin caer en la dispersión

Haz click en la foto para saber cuáles son los alimentos que ayudan en la actividad cerebral./PIXABAY

Haz click en la foto para saber cuáles son los alimentos que ayudan en la actividad cerebral. / PIXABAY

Joaquina Dueñas
Joaquina Dueñas

El instituto comienza a la vez que una de las edades más trascendentales del desarrollo humano, la adolescencia. Justo cuando tienen que comenzar a tomar decisiones que pueden afectar a su vida adulta, su cuerpo vive transformaciones y sus relaciones con el entorno cambian, por lo que todo se convierte en una continua marejada.

Bien es cierto que hay adolescentes especialmente maduros y centrados en los estudios que se organizan sin necesidad de supervisión alguna. Sin embargo, no es lo más común, por lo que lo recomendable es ofrecerles herramientas que les ayuden a marcarse objetivos y a visualizar las tareas pendientes. Los hábitos de estudio pueden aprenderse y durante la adolescencia les pueden ayudar a establecer tiempo para el estudio pero también para el descanso lo que les permitirá observar que también tienen su espacio para el desarrollo personal.

Cómo convertir a los adolescentes en hijos adorables

No se trata de acompañarles en sus tareas o de supervisarlas sino de facilitarles estrategias útiles y sencillas que pueda gestionar, como las que te mostramos a continuación:

Técnicas que mejoran la organización

  • Calendario mensual. Pueden apuntar las fechas a corto, medio y largo plazo en calendarios de pared, que además les permite ver de un solo vistazo cómo tiene la semana de exámenes, qué día tiene que entregar un trabajo o para cuándo tiene que terminar la lectura del libro.

  • La agenda, muy práctica. Es el cuaderno en el que el niño podrá ir apuntando lo que tiene que hacer cada día, tanto las cuestiones diarias como aquellas que le llevarán a completar los hitos del calendario mensual.

  • Horario diario. Del mismo modo que por la mañana sabe qué clase tiene a cada hora, el adolescente debe tener claro cómo repartir el tiempo por la tarde. Si practica deporte o acude a clases particulares o de idiomas tendrá que colocar las tareas y el descanso en las horas que le queden libres.

  • Espacio adecuado: Los niños tienen que tener un lugar fijo para estudiar, a ser posible alejado de televisiones y de teléfonos móviles. Cuanto más ordenado esté, más sencillo será que se concentre y aproveche mejor el tiempo.

  • Material a mano. El niño debe tener todo el material necesario a mano. Bolígrafos, libretas, tijeras, colores, calculadora o diccionario. Si tiene claras las tareas que tiene que hacer cada día gracias a la agenda y al calendario, sabrá qué necesita antes de empezar a trabajar y no tendrá que interrumpir constantemente el trabajo.

  • Metas e itinerario: Se trata de desmenuzar las tareas más grandes, difíciles, largas o pesadas en otras más pequeñas y a su alcance. Así, si tiene que leer un libro debe observar el tiempo que tiene, el número de páginas o capítulos y determinar cuánto leerá cada día. Luego podrá apuntarlo en su agenda diaria, en el horario que considere más adecuado. Y esta técnica podrá aplicarla a cada uno de los proyectos que deba desarrollar para las diferentes asignaturas.

  • Lista de verificación: Igual que antes de empezar la rutina ha de revisar qué tiene que hacer y qué materiales necesita, al finalizar, es importante chequear la lista y verificar que todo está hecho. En caso de que quede algo pendiente tendrá que buscar cuándo lo concluirá y qué plazo se puede marcar para ello.

  • Anotar los logros. Después de todo este trabajo de organización será importante anotar los logros, tanto los que significan haber conseguido entregar todos los trabajos a tiempo como los resultados obtenidos.

  • Recompensas: También es recomendable que el adolescente establezca recompensas a sus logros. Si le apetece salir a jugar un partido con los amigos o vivir otra experiencia gratificante, muéstrale cómo utilizar esos deseos como recompensas y a aplazarlas hasta haber conseguido alguna de las metas que se haya propuesto. Así las disfrutará más.

Por último, les resultará útil poner en marcha su "cuaderno de las preocupaciones". Los adolescentes tienen la cabeza repleta de inquietudes. Amores y desamores, problemas en el instituto, discusiones con los hermanos, nervios por los nuevos amigos… Cada día les suceden cosas nuevas y emocionantes que distraen su concentración. Cuando se ponga a estudiar, es interesante que tenga un cuaderno cerca en el que apuntar eso que se le pasa por la cabeza y que absorbe sus pensamientos de modo que pueda dejarlo para más tarde. No se trata de no pensar en ello, sino de hacerlo después. Cuando acabe con sus tareas puede recuperar el cuaderno y hacer esa llamada que le inquietaba o mirar en redes sociales lo que han hecho sus amigos por la tarde.

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