Últimamente ha surgido un debate en torno a idoneidad y a las posibles consecuencias negativas del ruido blanco en el desarrollo cognitivo de los bebés. Se trata de una de tantas controversias en torno a la crianza de los recién nacidos. Si eres de los que ha utilizado el ruido blanco para calmar a tu pequeño, que no cunda el pánico. Sin embargo, sigue leyendo para saber qué dicen los estudios y decidir en consecuencia.
Para empezar, el ruido blanco es un sonido en el que todas las frecuencias están al mismo volumen. De este modo, ninguna destaca sobre la otra y, escuchándolo a un volumen adecuado, consigue anular el resto de sonido del entorno. Un ejemplo de ruido blanco es el del televisor que no está sintonizado otros son el sonido del secador, de una batidora o el de la campana extractora de la cocina.
Mi bebé no duerme, ¿qué puedo hacer?
Ya en los años 90 se hizo un estudio, ‘White noise and sleep induction’, que demostraba que los bebés que escuchan ruido blanco se dormían antes que los que lo hacían en silencio. Esto se atribuyó a la posibilidad de que ese ruido se asemejara a los sonidos que escucha el bebé dentro del útero. Descartada esta afirmación, parece que el ruido blanco aísla al bebé del resto de sonidos, incluso de los de su propio llanto, lo que le ayuda a volver a la calma y a dormirse. Una calma que se veía refrendada por la reducción de la frecuencia cardiaca de los recién nacidos al monitorizarlos.
Esto podría ser la panacea para los padres y por eso hay videos con ruido blanco, aplicaciones de teléfonos móviles que lo reproducen e incluso cunas que se mecen automáticamente mientras emiten este sonido. Sin embargo, otro estudio realizado el año pasado con ratas concluyó que los animales sometidos a este sonido durante dos horas diarias tenían una menor densidad neuronal del cuerpo geniculado medial, es decir, del área del cerebro responsable de identificar los sonidos y su origen. Parece que el hecho de aislarles de los sonidos durante largos periodos de forma constante le había hecho perder parte de su capacidad auditiva.
Insomnio infantil: por qué algunos niños no duermen bien
De estos dos estudios pueden deducirse dos afirmaciones reduccionistas y, de ahí, dos posiciones enfrentadas: El ruido blanco calma a los bebés y les ayuda a dormir vs el ruido blanco afecta al cerebro de los recién nacidos.
Como sucede habitualmente, en el término medio está la virtud. Si condicionamos el sueño del bebé a un sonido, el pequeño lo pedirá cada vez que tenga sueño. Mucho mejor para la higiene del sueño es mantener rutinas diaria de juego, de comida y de baño que haga que el recién nacido vaya poco enlazando una actividad con la siguiente con el paso de los meses. Así, su cuerpo y su cerebro irán entendiendo que después del juego viene el baño y tras el baño la cena y tras la cena el sueño.
Para ello hay que entender que cada bebé es diferente pero que todos tienen el sueño fragmentado, no por mecerlos o por ponerles ruido blanco dejarán de llorar por la noche. Pero sí se les puede poner música mientras están despiertos, mecerlos y cantarles para estimular sus sentidos.
Además, los bebés tienen que aprender a distinguir el día de la noche y, además de la luz, los sonidos de la vida cotidiana les ayuda poco a poco a dormir menos de día y más de noche. Por eso no se recomienda encerrarlos en la habitación a oscuras para que duerman por el día, sino que es mejor dejarles que duerman con el murmullo de la familia hablando o con el sonido de los hermanos mientras juegan de fondo. De este modo, la noche será para ellos la suma de oscuridad y de silencio y los periodos de sueño se irán alargando mes tras mes.
Parece que utilizar el ruido blanco para aislar a los niños de todos esos sonidos cotidianos, como los de recoger los platos, hacer la comida, la televisión o las charlas familiares es lo mismo que aislarlos de estímulos naturales. Sin embargo, la mayoría de las madres se han visto en momentos de agotamiento en el que el bebé llora de forma desconsolada sin motivo aparente y su propio llanto le hace entrar en un bucle infinito de desconsuelo.
Ni los brazos, ni las canciones, ni el porteo ni el pecho parecen ayudar… Es entonces cuando el ruido blanco se presenta como última solución consiguiendo que el bebé se relaje y se duerma. No existe evidencia científica que confirme los posibles efectos negativos en el desarrollo del bebé si se utiliza como último recurso ante el desconsuelo de forma esporádica.
La primera semana del bebé: lo que debes saber
Otra de las controversias es la que sostiene que el bebé no se calma ante el ruido blanco sino que se queda en estado de alerta y estrés, pendiente de lo que vaya a pasar a continuación, debido a estar aislado del resto de sonidos. Esta situación de alerta sostenida le llevaría a producir cortisol, la hormona del estrés y su aparente tranquilidad no sería real sino más bien un estado de expectación contraproducente para su salud.
Esta afirmación, sin embargo, no parece concordar con el hecho de que se reduzca el ritmo cardiaco tal como afirma el estudio de los años 90 sobre la inducción del sueño mediante el ruido blanco.
20 de enero-18 de febrero
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