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La lactancia materna aporta numerosos beneficios y nutrientes a los bebés en sus primeros meses de vida y en su posterior crecimiento, si bien en numerosas ocasiones surgen preguntas entorno a cuáles son los componentes de la leche materna, el primer alimento de los recién nacidos.
La leche materna no solo está compuesta por los nutrientes básicos esenciales, como carbohidratos, proteínas, grasas y agua; también incluye otros ingredientes extra que contribuyen al desarrollo de los niños y que los investigadores siguen descubriendo. Estos componentes y sus cantidades se incrementan y varían adaptándose a cada toma, a la edad y a las necesidades de cada bebé en las distintas etapas de la lactancia, las cuales reciben distintas denominaciones. Los responsables de Medela han realizado una descripción detallada de estas diferentes etapas:
Durante los primeros días de lactancia, la leche producida por las madres se denomina calostro y es fundamental para nutrir y proteger a los recién nacidos. Esta leche se caracteriza por ser densa y viscosa y por su color amarillo o anaranjado.
Durante esta primera etapa, la leche contiene más de 1.000 proteínas y aminoácidos que no solo contribuyen al crecimiento y desarrollo de los bebés, sino que activan su sistema inmunitario y protegen sus neuronas. Además, cuenta con elevados niveles de anticuerpos, glóbulos blancos y citoblastos (células vivas) que refuerzan el sistema inmunitario y contribuyen al desarrollo de los órganos, protegiéndolo de enfermedades e infecciones.
Los componentes del calostro también incluyen más de 200 oligosacáridos, importantes para el aparato gastrointestinal del bebé, actuando como prebióticos en el intestino de los recién nacidos para evitar que las infecciones alcancen el torrente sanguíneo y reduciendo el riesgo de sufrir una inflamación cerebral.
Cabe señalar que esta primera leche es muy rica en minerales y vitaminas A, E y K, que ayudan al correcto funcionamiento del organismo y ayudan a la formación de dientes y huesos.
Entre dos y cuatro días después del parto, el consumo de leche por parte del bebé se incrementa, aumentando también la cantidad producida por la madre. Al tercer día, el bebé consumirá de 300 a 400 ml de leche materna cada 24 horas, y al llegar al quinto día, su consumo aumentará hasta alcanzar entre 500 y 800 ml. Este cambio recibe el nombre de "subida" de la leche y es la etapa previa a la leche madura.
Esta leche de transición , que se produce entre los días 5 y 14 tras el parto, se caracteriza por ser más cremosa en color y textura, y aunque mantiene todas las propiedades del calostro, los niveles de grasa, calorías y azúcares –especialmente de lactosa– son mucho mayores, contribuyendo al desarrollo del sistema nervioso, del cerebro y ojos.
Al cumplir el bebé las cuatro semanas de edad, la leche es totalmente madura. Esta leche presenta menores concentraciones de proteínas, minerales y vitaminas que el calostro pero añade un gran número de componentes bioactivos: hormonas, que no solo contribuyen al buen funcionamiento de tejidos y órganos, sino también a la regulación del apetito, los patrones de sueño o al refuerzo del vínculo materno; inmonuglobinas, que neutralizan bacterias y virus; o enzimas, encargadas de acelerar las reacciones químicas del cuerpo, permitiendo, por ejemplo, la absorción del hierro.
Asimismo, más de 1.400 moléculas de micro ARN regulan la expresión genética del bebé y refuerzan su sistema inmunitario, además de contribuir a la remodelación del pecho de la madre.
Finalmente, cabe destacar que la densidad y cremosidad de la leche al dar el pecho también varía gradualmente durante cada toma, siendo al inicio mucho menos grasa que al final debido al desplazamiento de la leche y al vaciado del pecho.
Además, transcurridos los primeros seis meses de lactancia –y aunque el bebé comience a ingerir alimentos sólidos–, la leche materna todavía supondrá el 93% de las calorías diarias acumuladas y aproximadamente la mitad entre los 11 y los 16 meses de vida del bebé, así que, siguiendo las recomendaciones de la OMS, la alimentación con leche materna puede prolongarse hasta los dos años, sirviendo de complemento a otros alimentos.
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