La relación entre madre e hija es una de las más poderosas que existen. Un vínculo que ya es muy fuerte al nacer y que se refuerza en los primeros años de vida. El apego es fundamental para poder crecer con seguridad, investigando el entorno y descubriendo el mundo sin miedo.
Este lazo materno-filial hace posible un desarrollo y un crecimiento integral, una crianza que marca la vida de los hijos generando un importante vínculo de apego y una conexión muy especial.
Cuando se llega a la madurez y la independencia el vínculo sigue ahí pero físicamente no siempre estamos a su lado, estudiamos, trabajamos, salimos, cambiamos de lugar de residencia, en muchas ocasiones incluso de ciudad o país. ¿Qué ocurre cuando nos encontramos ante una situación de estrés y no está al lado muestra madre para calmarnos como ocurría cuando éramos niñas?
Un estudio publicado en la revista científica Proceecing of the Royal Society B, concluye que la voz de una madre tiene el mismo efecto que un abrazo, por lo tanto una llamada genera la misma sensación de tranquilidad que el contacto físico con ella.
En el experimento se expuso a jóvenes a niveles altos de estrés mientras se monitorizaba su actividad cerebral. Se estudió la reacción mientras eran abrazadas y mientras hablaban por teléfono. Los investigadores observaron que se producía la misma cantidad de oxitocina (la hormona de la felicidad) cuando hablaban con sus madres por teléfono que cuando tenían contacto físico y eran abrazadas por ellas.
El vínculo entre una madre y su hija es tan fuerte que incluso traspasa las barreras de lo físico. Si necesitas calma y tranquilidad, coge el teléfono y habla con ella.
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