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Ni aviones, ni trenes, ni esperas: cuando solo tienes tres días y necesitas una desconexión total, lo mejor es viajar en coche. ¿Ventajas? Es económico, disfrutas de los paisajes, de tu música favorita o de una agradable conversación. Por eso, en mi última escapada elegí un destino cercano ¡Lisboa!
La capital portuguesa es una ciudad con mucho sabor, estilo y gran oferta cultural, así que, tras descansar el viernes en el Intercontinental Lisbon, el sábado caminamos por toda la ciudad, aunque otro planazo es recorrerla a bordo de sus tradicionales tranvías.
En nuestro caso, el paseo a pie comenzó por la Avenida da Liberdade, la milla de oro lisboeta. A los amantes de los mercados tradicionales y de las piezas vintage, os recomiendo la Feira da Ladra, una sucesión de puestos de aire muy kitsch que encontraréis los martes y los sábados junto al Panteón Nacional de Santa Engrácia. Una vez allí, no dejéis de disfrutar del Jardim Botto Machado y del Centro de Artes Culinarias, donde podréis degustar productos biológicos y gourmet típicos.
De vuelta al centro, en la Plaza del Comercio, reconoceréis el escenario de una de mis series favoritas, El tiempo entre costuras y podréis hacer fotos bellísimas con el Tajo de fondo. A solo unos metros, otro punto indispensable: el Museo Saramago, creado en honor al Nobel de Literatura portugués en A Casa dos Bicos, uno de los edificios más especiales de la ciudad. Y otro enclave para no perderse: el Mirador de Santa Lucía, que tiene las mejores vistas de la ciudad. Además, claro, de la Catedral y el célebre castelo.
Ya abierto el apetito, podéis almorzar en una terraza en Belém, hasta donde se suele llegar en tranvía. Una vez allí, no dejéis de ver la Torre, el Monumento a los Descubrimientos y el Museo dos Coches, recientemente rehabilitado por el arquitecto brasileño Paulo Mendes da Rocha. Allí es pecado perderse los deliciosos pastéis de nata de la Antiga Confeitaria de Belém ¡venden más de 20.000 al día!
Si los tomáis con un vino dulce un oporto, claro disfrutaréis de una merienda de lo más apetitosa. Y muy cerca, para alimentar también el alma, dejaos seducir por el Monasterio de los Jerónimos, de una particular arquitectura manuelina, que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
La tarde lisboeta se disfruta al máximo en el Bairro Alto y en el Chiado, una de mis zonas preferidas de la ciudad, de aire muy bohemio. Tras tomar un café en A Brasileira y haceros una foto junto a la escultura de bronce de Pessoa que hay en su terraza, en la zona de Príncipe Real, podréis disfrutar de shopping de diseño y tomar una copa, antes de cenar, en el Pabellón Chino, un bar decorado al estilo oriental y con un toque vintage.
Muy cerca se encuentra 100 Maneiras, un bistró con mucho encanto donde terminamos nuestro día de ruta por Lisboa. Aunque, si os gusta la melancolía de los fados, podéis continuar y escucharlos en Mesa de Frades, donde os deleitaréis con interpretaciones de profesionales y amateurs.
La siguiente parada de este road trip pasa por Estoril, una maravillosa ciudad a menos de media hora de Lisboa. Os recomiendo viajar por la carretera que bordea el mar ¡os encantará el paisaje! La verdad es que el día no nos acompañó, así que aprovechamos para disfrutar al máximo de nuestro hotel, el Intercontinental Estoril, perfecto para los que buscan descansar y captar la energía del mar.
Tiene un coqueto spa con apetecibles tratamientos y un magnífico restaurante. Si preferís caminar por Estoril, además de recorrer su bonito paseo marítimo, apuntad estos dos clásicos: la Villa Giralda, donde residió la familia real española durante algunos de los años de su exilio, y la histórica heladería Santini, en pleno centro, un buen sitio para hacer una pausa y reponer fuerzas.
Nuestra tercera y última parada es Sintra, uno de los lugares más mágicos y románticos que he visitado en mi vida. ¿Os imagináis los castillos Disney hechos realidad? Pues eso. ¡Es como si el tiempo retrocediera! Uno de los más especiales es la Quinta da Regaleira: pasear por sus jardines con rincones únicos, donde se encuentra su famoso su pozo iniciático, es una maravillosa experiencia. No os perdáis tampoco los palacios da Pena, el de Monserrate y el de Seteais (ahora convertido en hotel).
Intercontinental Lisbon. Muy cerca de la Plaza del Marqués de Pombal, con increíbles vistas de Lisboa.
Hotel Palacio del Governador. En la zona de Belén, su decoración combina elementos tradicionales con el estilo moderno de Nini Andrade.
Posada de Lisboa. En la céntrica Plaza del Comercio.
Loja da Burel es una tienda que promociona los mejores productos portugueses, desde alimentación a textiles.
Chi Coraçâo. Prendas de gozosa lana de Portugal .
Bica do Sapato. Propiedad del actor John Malkovich. Sushi bar + exposiciones de arte.
Alma, del chef Henrique Sá Pessoa, un templo gastro en el Chiado ().
Hotel Intercontinental Estoril, con un spa junto al mar.
La Heladería Santini es ideal antes de un agradable paseo.
Lawrence Hotel, un lugar mítico donde se alojaron personajes célebres e importantes escritores, como Lord Byron. Tiene unas vistas preciosas y un fantástico restaurante.
Café de Paris, situado en pleno centro histórico de Sintra, y con una estupenda terraza para tomar algo.
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