vivir
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Es inevitable, al leer Léxico familiar, de la escritora italiana Natalia Ginzburg, evocar esa frase que repetía Gabriel García Márquez de que la vida no es como la vivimos sino como la recordamos, y la propia autora, en la introducción, nos avisa: "Solo he escrito lo que recordaba. No deseaba hablar de mí. Esta no es mi historia, sino la de mi familia".
Al practicar ese ejercicio selectivo, pero inconsciente, de la memoria, Ginzburg una de las grandes escritoras del siglo XX que renovó junto con Italo Calvino y Cesare Pavese la forma de narrar la realidad consigue lo que se propone, mantenerse al margen, a pesar de escribir en primera persona y de sumergirnos en el universo doméstico de una familia judía, culta y comprometida políticamente, durante los años duros de la Italia de Mussolini y de la Alemania nazi.
Con increíble destreza narrativa, la autora, que escribe como decía Carmen Martín Gaite que hay que hacerlo, con las palabras de todos los días, nos sitúa en medio de esa familia ruidosa que bien podría haber sido la nuestra, en otro momento, en otro tiempo; con un padre librepensador e irascible que no lleva a su hija al colegio para que no coja microbios.
Neorrealismo puro que nos conduce de ese universo íntimo, plagado de anécdotas, al otro, al de la política: al círculo intelectual de la editorial Einaudi, en Turín, donde trabaja Pavese, que lee La Iliada en griego en sus ratos libres, a los amigos de la resistencia y, finalmente, a su marido, Leone Ginzburg, torturado y asesinado por los nazis.Vamos y venimos sobre este tapiz sentimental que la escritora teje con increíble destreza.
Una lectura que deja tanta huella que nos conducirá seguro a otra más dura y emocionante, la de su magnífica segunda novela, Y eso fue lo que pasó, que se publicará esta primavera.
"Deslumbrante novela de un tema, en apariencia, poco atractivo. El Reino es una novela sobre San Pablo. Pero eso es solo un soporte para hacer un ejercicio de autoficción en el que se borra la frontera entre realidad y ficción. Carrère, tal como hizo en Limónov, se convierte en un personaje de esta muy rigurosa y esclarecedora indagación sobre los orígenes del cristianismo".
El detective friki preferido del escritor catalán ataca de nuevo, ahora, en esta hilarante novela de aventuras financieras. Al remover un caso nunca cerrado de los 80, el inspector se encuentra con un asunto escabroso, protagonizado por una organización secreta de empresarios catalanes que evaden capital a Suiza. Peripecias y aventuras que nos llevan como en una noria a la Barcelona lumpen de altos vuelos. Se lee de un tirón y nos hace reír.