vivir
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Tras la II Guerra Mundial, Europa se sumerge en una crisis tan cruda que la sociedad incluso se replantea el sentido de la existencia. La decepción frente a todas las estructuras de seguridad que el hombre conocía es tan grande que parece que nada puede salvarle. Ni la sociedad, ni la familia, ni los valores, ni Dios. No le queda nada, así que se abandona al arte.
De este sentimiento surgen corrientes muy importantes, representadas en la muestra 'Lo nunca visto', que podrá verse en la Fundación Juan March de Madrid hasta el 5 de junio.
El cubismo, el expresionismo y el surrealismo fueron determinantes para la profundización en la psique humana y la búsqueda de comprensión real y desmitificada de la existencia. Tras estas corrientes surge en Francia el informalismo, que abarca las tendencias abstractas y gestuales no geométricas que se expanden por Europa, influenciando todo el arte hasta los años 60, y que fue definido por el crítico de arte Michel Tapié como el "arte otro".
La abstracción lírica, la pintura matérica, la nueva escuela de París, el tachismo, el espacialismo o el art brut son resultado de una búsqueda de formas de creación distintas a las convencionales.
Materiales como arenas, trapos, yesos, cartones, papeles y toda clase de despojos se incorporan a la obra artística en un sinfín de experimentos conceptuales, puesto que su tema había pasado a ser ella misma y sus formas o deformaciones. Todo giraba en torno a los nuevos "vaciados" que habían acontecido a lo real.
Rotas las conocidas formas lo espiritual, lo civilizado, de lo humano, incluso de la naturaleza, pintores y fotógrafos buscaron en esa destrucción nuevas posibilidades plásticas y desembocaron en obras que, aún hoy, tocan en lo más profundo al espectador.