Praga historia, corazón y vanguardia

La capital de la República Checa es un libro de historia abierto. Sus calles fueron testigos del esplendor del Reino de Bohemia; vivieron la euforia tras la independencia del Imperio Austrohúngaro; sufrieron la invasión nazi; soportaron la dictadura comunista; y, tras la caída del Muro de Berlín, volvieron a convertirse en hervidero de las últimas corrientes artísticas y en destino predilecto de millones de turistas.

Los puentes, los palacios y las torres son los grandes protagonistas de Praga. De hecho, la llaman "la ciudad de las 100 torres"... ¡aunque solo tenga 500! Si llegáis por la tarde, como hice yo, os recomiendo no perder un minuto y disfrutar de un paseo nocturno por el puente Carlos sobre el río Moldava, uno de los grandes ejes de la ciudad. Praga por la noche es realmente mágica.

La Ciudad Vieja y Josefov, el barrio judío, son paradas imprescindibles, así que mi ruta comienza por la Casa Municipal, un edificio art nouveau donde se inauguran los festivales artísticos. Cerca de allí encontraréis la torre del Viejo Ayuntamiento, con el famoso reloj astronómico. Cuenta la leyenda que al maestro que lo creó, Hanus de la Rosa, lo dejaron ciego para que no volviera a crear una obra tan maravillosa, así que imaginaos su belleza y singularidad.

En el barrio judío se pueden descubrir algunas construcciones especialmente interesantes, entre ellas el viejo cementerio (uno de mis lugares favoritos de la ciudad) y seis sinagogas.

Para una amante del arte contemporáneo como yo, además, Praga es un paraíso. Paseando por sus calles encontraréis las famosas y controvertidas esculturas gigantes del artista checo David Cerny (Praga se ha convertido casi en un museo al aire libre de su trabajo), entre las que destacan Piss, el caballo muerto de San Wenceslao; Man Hanging Out, que representa a Sigmund Freud; o la cabeza giratoria de Kafka, homenaje al escritor de la ciudad.

Tuve la suerte de conocer a Cerny y de que me mostrara su MeetFactory, un centro cultural donde expone piezas de jóvenes promesas que cuentan, además, con la posibilidad de alojarse en su residencia.

Las galerías de arte contemporáneo cada vez tienen más éxito en Praga. Una de mis favoritas es DSC Gallery, en el barrio judío. Y, junto a ella, os recomiendo visitar el DOX, un centro cultural contemporáneo en el que se organizan exposiciones que reflejan muchos temas de actualidad.

Otras visitas interesantes son el museo de Arte Moderno Kampa, el del cineasta Karel Zeman; y, por otro lado, edificios singulares, como el Fred y Ginger, de Frank Gehry (que simula a una pareja bailando) o la casa de la Madona Negra, un edificio cubista diseñado por el arquitecto checo Josef Go ár y donde se encuentra el Grand Café Orient, muy agradable para disfrutar de una buena merienda.

Claro que, si de bebidas hablamos en Praga, lo típico es la cerveza y la más famosa, la Pilsner Urquell. Con ella podréis acompañar los platos clásicos: pato o cerdo asado con crudités, o ternera asada con salsa de nata y dumplings, que os recomiendo tomar en la taberna U Vejvodu.

En el apartado gastronómico, no os perdáis tampoco el restaurante Field, un templo de la cocina contemporánea que presenta cada plato como una obra de arte; el Cestr, con riquísima carne checa; el Café de Paris, uno de mis restaurantes favoritos de la ciudad, donde disfrutaréis de un exquisito entrecot con patatas; Oblaca, con vistas maravillosas; o El Molino, con un encanto muy especial.

Para vivir la noche, nada mejor que un paseo nocturno abordo del barco Jazz, en el que podréis disfrutar de una deliciosa cena y música en vivo, o, en tierra firme, la calle Dlouha, la más ambientada. Y no olvidéis que dicen que todo checo tiene un músico en su interior, así que dejaros llevar por las melodías que os sorprendan en cada rincón de la ciudad.

En cuanto a la Praga más fashionista, si queréis ir con la lección aprendida os recomiendo echar un vistazo a la web de Czech Fashion, de la asociación de diseñadores checos, en la que se encuentran creadores como Navalira Design, Timoure et Group, Bohème, Jozef Sloboda, Ivana Follova o Klara Nademlynska.

Claro que el shopping en Praga tiene un nombre propio: la calle de París, en el barrio judío, y que es algo así como la milla de oro de la ciudad. Junto a ella, también os recomiendo Pavilion, una antigua fábrica recuperada y convertida en un centro comercial, que se ha dedicado por completo a todo tipo de tiendas de decoración y diseño. ¡Os alucinará!

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