vivir
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Es una serie de espionaje ambientada en la Guerra Fría. Los protagonistas son Philip Jennings (Matthew Rhys) y su esposa Elizabeth (Keri Russell), dos agentes del KGB que fueron entrenados para hacerse pasar por estadounidenses y para formar una perfecta familia americana. Eso han hecho durante 15 años y ahora se enfrentan al reto de revelarles la verdad a sus hijos, que son ya adolescentes.
Elizabeth Jennings
¿A quién pertenecen tu cuerpo y tu alma? Esa es la gran pregunta que se formula The Americans, una serie que lleva la infiltración hasta sus últimas consecuencias. Porque la patria, el deber o la política se han ido filtrando por todas y cada una de las capas materiales e inmateriales de Elizabeth Jennings, nacida y criada en la Unión Soviética, entrenada allí sin contemplaciones para ser una agente perfecta del KGB, con disfraz de perfecta mujer americana. Para ser alguien capaz de cambiar de aspecto con endiablada facilidad; de tener relaciones sexuales con desconocidos; de matar sin dudarlo ni un segundo. Para ser alguien, también, capaz de simular un matrimonio y de engendrar hijos. Para Elizabeth, Philip es una de sus máscaras. Se ha infiltrado en el matrimonio como lo ha hecho en tantas otras instituciones: para espiar desde dentro, sin implicarse más de lo necesario.
También la filtración ha calado en el cuerpo y en el alma de Philip. Pero él tiene dudas. Él, por momentos, se siente realmente americano: como si su proceso de inmigración hubiera culminado y ya estuviera preparado para desertar de su misión y de sus raíces. Ella, en cambio, ha conservado intacto su blindaje, lo ha reforzado incluso con láminas de desprecio por el consumismo y la superficialidad que ve en el país de Ronald Reagan, se mantiene cien por cien soviética. Ella es la Dama de Hierro. Un búnker. Pero tiene un talón de Aquiles: su hija.
Paige, la hija que sospecha y que finalmente descubre la verdad, la adolescente que se vuelve cómplice de sus padres, supone un desafío dramático de primera magnitud. The Americans tal vez sea la primera serie que consigue dar sentido completo a sus personajes adolescentes: la ficción nos los presenta en la edad en que los agentes secretos deben revelarles quiénes son y convencerlos de que se unan a su causa. Elizabeth se ve reflejada en Paige. Rechaza su candor. Pero adivinamos en ese cuerpecillo frágil, en toda esa inseguridad, a la Elizabeth previa al entrenamiento, a la mujer que todavía no era capaz del disfraz radical, de acostarse con cualquiera, de matar
sobre todo de matar. Paige es Elizabeth sin máscaras. Por eso mirarla le produce tanto dolor. Es ella cuando todavía no había entregado su cuerpo y su alma al Estado. Cuando todavía no había dejado de ser yo.