vivir
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Abby Donovan (Paula Malcomson) no es ni mucho menos la zorra más temible de la temible familia Donovan. Su marido Ray –gestor de catástrofes, fixer chulesco–, con su ceño fruncido y su bate de beisbol, irradia amenaza (toneladas de radioactividad amarga).
Su suegro Mickey, viejo canalla hedonista hasta la médula, es un peligro que nunca descansa (y el gran personaje de la serie). Sus cuñados Bunchy y Terry han sido vapuleados por la vida y arrastran sus sombras inspirando pena. De modo que no: nada en ella nos inspira un temor comparable al de ellos.
Pero que diga eso de sí misma nos indica hasta qué punto, para sobrevivir, ha tenido que mutar y disfrazarse. En el gimnasio de boxeo, esa rubia sin ganas es eclipsada por el sudor, el músculo, los sacos que absorben los golpes. En la mansión familiar, esa mujer pálida y seca desaparece cada vez que explota la adolescencia de sus dos hijos. En el barrio pijo donde viven, esa inmigrante de origen humilde, irlandesa de Boston, es ninguneada por sus vecinos millonarios.
Por eso buscó y encontró un amante (policía) y un perro (enorme), para no sentir que estaba desapareciendo, que se derretía en insignificancia. Por eso, también, practicó tierna, ridículamente, un nuevo acento que le permitiera sentirse integrada en las reuniones con los padres del colegio. Porque, rodeada de hombres que sí son temibles, no se daba cuenta de que en realidad era la columna vertebral de la familia, su centro magnético.
Abby se pasó tres temporadas quejándose de todo, particularmente de su marido. En la cuarta, al fin, asume la complicidad y entierra la queja. Se incorpora a la mezquindad de la familia Donovan, a su violencia congénita, al mismo tiempo que le diagnostican un cáncer de pecho.
La pistola que empuña y la enfermedad que padece son caminos paralelos hacia el destino que la aguardó desde el día en que decidió casarse con Ray. Pero su paso al lado oscuro, aunque parezca paradójico, sigue siendo iluminador.
Son tan terribles los Donovan, pozos sin fondo de oscuridad, que las concesiones que hace Abby por el bien de su familia encienden una llama que abrasa, pero que también da luz.
En el momento en que aprieta el gatillo, en el momento en que al fin es ella quien dispara, ese fogonazo nos recuerda que las series todo lo oscurecen, pero que algunos personajes consiguen fluorescentes que parpadean durante años, que nunca se rinden del todo.
'Ray Donovan', original de Showtime, es un drama de acción protagonizado por Liev Schreiber en el rol de Ray, un matón que soluciona los problemas de la gente rica de Hollywood. A medida que han ido transcurriendo sus cuatro temporadas hasta la fecha, la familia Donovan ha ido cobrando importancia, con el pendenciero patriarca, Mickey (Jon Voight), en el centro de todos los huracanes.